jueves, 22 de enero de 2015

La tecnología de gestión educativa que viene no es ni TIC ni TAC

El auge de la tecnología en todos los ámbitos es imparable, y particularmente en la educación, en la que ha parecido resistirse algo más, ya resulta indispensable en muchos aspectos manejar tecnologías punteras que dentro de poco dejarán de serlo.
Normalmente, cuando hablamos de tecnología en educación se piensa en las TIC (Tecnología de la Información y la Comunicación), pero pronto hemos visto que esta es una parte pobre del avance, que parece reducirlo al manejo de una variedad más o menos rica de instrumentos digitales y sus artefactos. Desde hace unos años se viene hablando también de TAC (Tecnología del Aprendizaje y del Conocimiento) como un modelo más rico que integra y supera las TIC en un contexto de enseñanza real por el que no sólo se domina el instrumento sino su aplicación al rendimiento educativo, es decir, su función metodológica.
Sin embargo, para el avance futuro cada vez veo más claro que ni TIC ni TAC constituyen el futuro tecnológico más relevante de la enseñanza, que a mi entender estará presidida por otras necesidades que giran más alrededor de la gestión y la organización escolar que la metodología exclusivamente, o si se quiere, una tecnología que no resuelva simplemente problemas de información, comunicación, aprendizaje o conocimiento, sino una Tecnología de la Gestión Educativa (TGE), una tecnología que ayude a organizar los espacios y los tiempos de los centros escolares, una tecnología que ayude a programarlos y evaluar los resultados.
Desde los intentos de evaluación del polivalente del bachillerato alrededor del principio de los años 90, que en España fueron precedentes experimentales de la LOGSE, se comenzó a pensar en una educación más personalizada y más rica en sus contenidos como en sus observaciones evaluadoras. En cada asignatura se proponía evaluar 8 variables de cada alumno o alumna en materias incluso con muy poca carga horaria, se introducían nuevos contenidos procedimentales y actitudinales, trasversales y actualizaciones científicas de los últimos momentos, además de nuevas materias del curriculum y todo ello con la pretensión de que se pudiera adaptar al historial de cada persona.
A pesar de que algunos echando sencillas cuentas sobre la cantidad de notas que debían poner o el tiempo exiguo que podrían dedicar a cada contenido, llegaron a la conclusión de que era humanamente imposible hacerlo y menos posible hacerlo bien, se tardó en rectificar; por ejemplo, reduciendo las notas a tres y luego años más tarde, dejándolas en una como antes de la reforma educativa.
Este fracaso se volverá a repetir -y de hecho se está repitiendo- con las competencias básicas o clave. La cantidad de variables que se deben observar, el tiempo de que se dispone, la necesidad de personalizar y la insistencia en acumular contenidos muy superiores a los que el horario escolar pudiera admitir ha hecho que la evaluación y programación de la enseñanza por competencias sea en muchos casos una quimera o un remedo de sí misma. No sólo se necesitaba formación sino tecnología para afrontar un reto que resulta imposible de solventar con los instrumentos existentes. Ese desfase entre la TGE y los requerimientos a la educación es responsable en parte de ese fracaso. (Cierto que no diré yo que todo, porque parte del fracaso se debe también a una falta de formación que podría no sólo suplir la falta de instrumentos tecnológicos adecuados, sino garantizar que cuando existan los instrumentos -y ya empiezan a existir- puedan ser usados con profesionalidad y rentabilidad educativa para la persona).
Tenemos precedentes de iniciativas tanto privadas como públicas de TGE que abordan problemas como la evaluación o la generación de informes como ocurre en la aplicación Séneca que utilizan todos los centros de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía o plataformas libres como Moodle, que incluye módulos capaces de ayudar en estos menesteres. En muchos casos, la educación es ya impensable sin el apoyo de esta tecnología pareja y en parte ha podido universalizarse gracias al desarrollo técnico.
Pero hace falta más, mucho más, particularmente por el incremento exponencial de las exigencias sociales y legales que se hacen a la educación, especialmente a la obligatoria. Ya hoy no podemos trabajar sin TGE, pero dentro de poco, ocupará más de la mitad de la toma de decisiones sobre tiempos, espacios y contenidos, o sobre la generación de materiales, sean informes o materiales didácticos personalizados. La primera ayuda relevante ha sido la de la evaluación, como puede verse por los cuadernos digitales del profesorado que han proliferado y las herramientas similares o complementarias que han desarrollado tanto el gobierno central como el de la Junta de Andalucía que a partir del programa PICBA ha diseñado un instrumento de TGE on line sobre Séneca que permite programar y evaluar las competencias clave en la educación obligatoria.
Pero hay centros en el extranjero que todavían van más lejos, organizando a través de software el agrupamiento escolar y la toma de decisiones sobre la secuenciación de contenidos en un entorno de enseñanza adaptativa, es decir, personalizada. Es el caso de esta escuela de Nueva York en la que un algoritmo decide en qué momento qué alumno se sienta con cuál para hacer qué y el profesorado recibe el horario 16 horas antes. La herramienta aún es imposible de aplicar a decisiones creativas como la valoración de una redacción compleja. Por ahora, sólo puede medir las respuestas del alumnado a ciertos ejercicios y proponer los siguientes.
Las lecciones duran 25 minutos en un gran espacio separado por mamparas en el que aprenden más de un centenar de alumnos ayudados por una quincena de profesores. Como se puede apreciar, la TGE no sólo ha afectado en este caso a la evaluación sino a los tiempos y los espacios. Esta revolución de los tiempos y los espacios, de la que ya hablé a propósito de la ergonomía escolar, hace que la TGE no sólo afecte a la denominada tecnología blanda, por ejemplo, típicamente al software, sino también a la tecnología dura, es decir, a los artefactos tangibles como los usos educativos de drones y robots o de dispositivos de seguridad y control para regular el acceso y salida del centro educativo. Esto que en parte parece una ficción lejana, es sin embargo en algún caso, una realidad en espera de ser autorizada, como el caso del uso de drones que pretendía la biblioteca de  University of South Florida en Tampa suspendida a la espera de una regulación legal del uso de drones en el Estado. Tampoco está tan lejos del uso de robots educativos el caso de Gus, un niño autista que ha avanzado mucho a partir de su relación con Siri, una aplicación iOS con voz de mujer de su iPhone, por poner un caso.
Ni que decir tiene que estamos ante un nuevo sector económico en auge; no sólo es una tecnología emergente, es un auténtico nicho de mercado real y presente. No faltan ya empresas especializadas, como Knewton, que presta servicios de personalización de la enseñanza y que no hace sino crecer en facturación. Cierto que a pesar de que haya ofertas públicas, la TGE lleva como la mayor parte de las tecnologías, una privatización de los recursos. No en balde hay empresas de diversos sectores no educativos que gastan mucho dinero en educación como es el caso de Banco Santander o Telefónica, que están en los puestos de las que más gastan en el mundo, y que lo hacen probablemente no sólo por la presencia junto al dominio que da la educación obligatoria universal a través de la que acceden a la infancia y la juventud así como al poder del profesorado y las instituciones a las que sirve, sino por presencia también en un sector, el educativo, que genera cada vez más riqueza y que con la TGE generará más beneficios empresariales (esperemos que también educativos).
El problema no es otro sino que los beneficios educativos prometidos no se produzcan como ocurre en ocasiones con procesos de gestión automatizada. Recientemente, BBVA ha implantado un modelo automatizado de espera para los clientes y lamento decir que en contra de lo que dice el eslogan (disminuir la espera) en varias ocasiones que he acudido, me la ha aumentado. El quid de la cuestión es fácil de entender: el desajuste entre la persona y la máquina. Cada vez que he ido al banco en estos días, la máquina me ha asignado un puesto en el que la empleada no podía atenderme porque estaba atendiendo a otra persona (bien porque la máquina estaba fuera del control de los empleados, bien porque los empleados atendían a personas sin turno) y en ambos casos he tenido que esperar más que las personas que iban tras de mí a las que sí les asignaron puestos atendidos, o sea, lo contrario de lo que se pretendía con el sistema. Este que es un ejemplo sencillo y hasta banal de desajuste entre el sistema automático y el profesional, en educación puede ser grave y consistente. Los instrumentos de TGE deben estar diseñados especialmente para facilitar la decisión del profesorado, pero no para suplantarla. Si los sistemas no regulan y diseñan adecuadamente esta transferencia de información entre el sistema automático y el profesional humano, la TGE habrá fracasado en su intento, que debe ser ayudar a gestionar la educación, no gestionarla ella misma.
Estamos sólo al principio pero hay que estar muy alerta para los tiempos que vienen porque los flancos de la TGE son muchos.

martes, 20 de enero de 2015

Recomendamos no hacer recomendaciones


 

Visto en Paper papers 

Qué difícil es dar consejos o mejor dicho, qué difícil es cumplirlos. Y no me refiero a quien los recibe, sino a quien los dice, los ofrece y los regala. Como en la contradictoria lista de la imagen sobre cómo escibir bien, que hace lo contrario de lo que aconseja, nos encontramos siempre con esta paradoja. No sólo no hacemos lo que aconsejamos, lo que es una bofetada contra la ejemplaridad, la forma más natural y directa de enseñar, sino que en ocasiones hasta nos hundimos como modelos a nosotros mismos haciendo lo contrario. No es extraño encontrar estos problemas en la formación y en general en la educación con cursos en los que se recomienda justo lo contrario de lo que se hace, se denigran los métodos que se están utilizando inadvertidamente en ese momento o se difunden ideas que nunca se practican. Lo encontramos también en los libros de texto y las programaciones que refieren objetivos que no casan con las actividades o metodologías contrarias a la evaluación que se realiza. La coherencia se ha vuelto un imposible y sólo existe la cohesión, poner las cosas unas al lado de las otras esperando que nadie advierta la contradicción entre lo que se dice al principio y al final o entre lo que se hizo y lo que se dijo. Creo que todo ello nos lleva a la mejor recomendación: no hagas recomendaciones.¿O no?

viernes, 16 de enero de 2015

Tendencias de búsqueda de Google en investigación educativa

Tendencias de búsqueda de Google (Google Trends) es una herramienta que proporciona información sobre estadísticas de búsqueda de los usuarios en el motor a partir de los sintagmas introducidos. Ya hablé de esta herramienta cuando aún se denominaba Estadísticas de búsqueda de Google y me sirvió para ver la evolución del interés que parecían despertar términos como "biblioteca" o "ebook". Tendencias permite consultar estadísticas de búsqueda por años, por popularidad, por paises o zonas y naturalmente por idiomas, además de consultar también tipos de búsqueda como los de imágenes o noticias o hacerlo por categorías. La limitación fundamental es que no funciona sino a partir de un considerable volumen de búsquedas por lo que no sirve para precisiones minoritarias. Tendencias se usa en marketing para averiguar gustos y preferencias de los clientes y me resulta curioso que se use poco en educación. Aunque no podemos dar valor experimental a sus datos y en ocasiones la interpretación puede resultar arriesgada si pretendemos leer más de lo que dice, lo cierto es que proporciona estadísticas que sencillamente ayudan a pensar y sobre todo, cuando son menos esperadas, a repensar la educación. El servicio es bastante completo, como ocurre con la mayor parte de prestaciones de Google, ya que permite además insertar los gráficos, suscribirse, hacerlo en varios idiomas o descargarlo como archivo CSV. Aquí vemos un ejemplo que puede dar qué pensar sobre el interés en bibliotecas escolares y lectura. Como puede verse, comparando "biblioteca escolar" y "comprensión lectora" se observan tendencias contrapuestas. Mientras que la primera ha ido decreciendo, la segunda se mantiene por encima y crece lo que indica que la formación sobre biblioteca escolar comienza a estar más saturada mientras que las necesidades sobre comprensión lectora son cada vez mayores y deberían atenderse con mayor ímpetu. Esta interpretación parece correcta si miramos el detalle de las búsquedas que complementa la pantalla (aunque no lo muestro aparece en el informe completo) en el que se presentan los sintagmas principales y en aumento, destacando la preocupación en primaria por la comprensión y sobre todo en ambos flancos (biblioteca y comprensión) referidos fundamentalmente a la acción, de ahí la presencia de palabras como "actividades" o "ejercicios". Un estudio detenido y sobre todo, no aislado de estos resultados, proporciona elementos de juicio para el investigador educativo aunque sea de andar por el despacho porque la interpretación no es directa nunca. Si observamos la siguiente búsqueda, podemos dar con alguna idea -personal, eso sí- sobre interpretaciones afectadas no ya por el simple interés del profesorado sino por la oferta; esto es, las estadísticas pueden aumentar no ya por la demanda en sí sino porque la oferta de sitios se base en esa denominación. Esto es lo que deduzco yo de la serie anterior. efectivamente era de esperar que "enseñanza de adultos" fuera decreciendo frente al crecimiento de "educación permanente" ya que se trata de denominaciones complementarias que han tenido un uso que ha cambiado por el cambio de perspectiva y también porque se ha impuesto internacionalmente una nueva denominación. Pero si miramos con atención en el detalle (que no aparece en la imagen, pero sí en los resultados del informe), vemos que se acompaña frecuentemente "educación permanente" de la palabra "portal" o que es en España y especialmente en Andalucía donde se produce un mayor aumento de esta tendencia, justamente en aumento por la presencia del Portal de Educación Permanente de Andalucía que digamos "tira" de esa tendencia de búsqueda. Por tanto, aunque los datos no sirvan en sí mismos, porque deben ser interpretados en su contexto, sí nos pueden orientar en ciertos casos sobre todo para ayudarnos a reflexionar sobre la educación, su formación y sus instituciones, más aún si tenemos en cuenta que hasta es capaz de proporcionarnos este sistema una previsión de la tendencia en el futuro. ¡Google ya es hasta adivino!
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