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lunes, 26 de octubre de 2015

Lengua oral, lengua oral y lengua oral



A veces pienso que la lengua oral es una redundancia y más ahora que Gabriela Moral Torralbo, asesora del Centro del Profesorado de Cuevas-Olula, me pidiera que hablara sobre las relaciones entre la lectura, la lengua oral y la escritura, en unas jornadas cuya invitación agradezco enormemente.
Era un tema que traté hace más de diez años en otro curso y que creo que continúa estancado en ese prejuicioso criterio didáctico elevado a realidad insoslayable por la cual una cosa es la lectura, otra la escritura, otra muy distinta el habla y no digamos la escucha. Con ser usos que pudieran resultar diversos, la realidad se va imponiendo y haciéndolos cada vez más parecidos y recordando que tal vez olvidemos que más diferentes son la lengua formal y la informal que la escrita y la hablada porque en ocasiones no se parece nada a sí misma (escrita con escrita, ni hablada con hablada). Lo peor de esta dicotomía no es que se confunda la realidad, que ya es lo suyo, es que se confunda a los aprendices y además de que se les prive de la enseñanza de la lengua oral, especialmente de la escucha, se la presenten como cosas que no tienen nada que ver la una con la otra y se pase de una a otra como de paseo sin intentar sacarle todo el jugo a unas relaciones que son causales como evidencia el hecho de que la lengua oral continúa siendo en todas las investigaciones el mejor predictor de la lectura, algo que creo que además no caduca nunca. Acostumbrados tanto a ponerlas por separado, hemos olvidado la lengua oral, reducida a un complemento siendo como es la única lengua posible (aunque pudiera escribirse)y dejando todavía más olvidada la escucha que es nada más y nada menos que nuestro primer glorioso contacto con la lengua cuando llegamos al mundo y del que derivan todos los demás. Nada más poner expresiones como "aprender a leer", "aprender a escribir", "aprender a hablar" y "aprender a escuchar" en Google Trend como hice para la ocasión sirve para demostrar el poco interés que tienen unas y el exagerado que damos a otras además sin relacionarlas. El aprendizaje de la escucha no llega ni a la mitad de la mitad de la mitad -si es que llega a aportar datos estadísticamente relevantes- en comparación con la lectura, incluso con las otras destrezas. Para muestra basta un botón de cómo no sólo creemos que son cosas totalmente diferentes sino que las enseñamos en proprociones abismalmente contrarias y evidentemente sin aprovechar las relaciones manifiestas que nos ayudarían a fortalecer unas con otras.

Una conferencia invertida y reinvertida 


Como comenté en la entrada anterior, aproveché esta oportunidad para realizar no ya una conferencia invertida al estilo del aula invertida, sino reinvertida, de forma que no vieron la teoría en casa y practicaron en el encuentro, sino que practicamos la reflexión en el encuentro y luego les envié la presentación que abre este post a sus correos para que la lean en la tranquilidad del hogar y continúe la reflexión. Se trataba de realizar una conferencia al estilo etimológico en el que las personas se reúnen para tratar un tema y se preguntan continuamente sobre ese asunto a la vez que aventuran posibles respuestas. Lógicamente, yo aporto respuestas que ya insinúo con las preguntas pero de ninguna manera puedo imponer la conclusión a pesar de que al final de la presentaciuón enumere las mías. Se trata de trabajar durante un tiempo en la sala -además de que pasamos un rato agaradable, nos reímos, charlamos y no paramos de movernos porque no los dejé sentarse- esta discusión sobre si el aprendizaje que realizamos enfocado a una dicotomía poco real entre lengua oral y lengua escrita es la mejor manera de desarrollar la competencia comunicativa. Hicimos lo qeu yo llamo gráficas vivientes y a través de ellas apreciamos las opiniones de los presentes para incentivar el debate y la reflexión.

Taller exprés de lengua oral 


Además de la conferencia, tuve la ocasión de realizar un taller en dos turnos sobre la lengua oral en acción. Se trataba de esbozar un itinerario simple y rápido para trabajar las destrezas orales de forma sencilla y accesible. La idea es dividir el camino en cuatro momentos al que se va sumando un objetivo al avanzar en cada uno. De manera que comenzamos por tres habilidades esenciales en la producción oral pura centrada en la valoración de cómo hablamos y escuchamos el habla para valorar la sonoridad en sí misma (cuerpo, dicción y ritmo)a lo que vamos añadiendo en cada momento otras microhabilidades como la memoria, la funcionalidad comunicativa, la conmoción y la convicción. Los momentos son estos:
- Leer expresivamente un texto en público (poemas y noticias).
- Contar una historia (narraciones orales).
- Explicar un asunto (exposición didáctica).
- Realizar un debate (debate de acuerdo y debate de competición).

Materia gris y materia blanca en visual thiking

 

Para la ocasión hice este diseño de Visual Thinking sobre cómo la materia blanca de nuestro cerebro simboliza esas relaciones estrechas y olvidadas en la lengua oral entre sí, la lengua escrita y ambas a la vez de forma que todas constituyen una sola lengua que sin embargo, son algo más hoy en día, constituyen una hiperlengua, una translengua sin límite porque no sólo la lengua de por sí se enlaza a sí misma, sino que enlaza la realidad y la traspasa llevando al que habla, escucha, lee y escribe simultáneamente por todas las destrezas además de por géneros y transgéneros audiovisuales, paralingüísticos y extralingüísticos. Si hoy nos preguntaran si los videojuegos pertenecen a los géneros orales o a los escritos o incluso si pertenecen a los géneros literarios, no sabríamos qué decir porque los usos actuales -probablemente desde siempre, pero más ahora- nos están poniendo frente a la cruda realidad que no entiende de oral ni de escrito, ni siquiera de lingüístico y extralingüístico sino de mensajes hipertextuales y transgenéricos, el remix comunicativo en el que vivimos.

viernes, 9 de octubre de 2015

La verdadera aula invertida: el aula reinvertida



 ¿Es invertida el aula invertida?

Como vemos en la imagen, se suele hablar de aula invertida o flipped classroom como aquella enseñanza en la que en lugar de ver la teoría explicativa en clase y las tareas en casa, se ve la explicación en casa -con diversas formas, normalmente con vídeos expositivos- y se realizan las tareas en clase para apoyar la problemática duda de las prácticas. ¿Y dónde está la inversión? ¿Dónde se ha alterado el orden de las cosas? ¿Cómo se puede dar la vuelta a algo que sigue igual? ¿Será esta, por fin, la ansiada cuadratura del círculo?
Si resulta que damos la teoría primero y luego la práctica, no hay vueltas ni inversiones, ni flipped alguno: todo sigue igual salvo que en otro lugar (teoría  > práctica; teoría >  práctica...). El pensamiento que se promociona sigue siendo el mismo, el pensamiento deductivo. ¿Y si pudiéramos realmente dar la vuelta a la clase? Pues entonces haríamos lo siguiente: realizaríamos tareas sin teoría previa en el aula de forma que el alumnado con su trabajo indujera una base teórica suficiente para reconstruir posteriormente en casa la teoría completa con explicaciones -en vídeo, por qué no- de forma que el aula fuera realmente invertida, el aula invertida inductiva.
Sé que no todos están de acuerdo con que eso sea inducción y es más, sé que algunos desconfían con razón de los beneficios de la inducción. Pero a pesar de ello, yo sí creo que es una forma de inducción este proceder y que sí tiene beneficios educativos sólo que no son todos los beneficios, ni debe aplicarse indiscriminadamente, ni sirve para cualqueir tiempo y lugar. Lo que sí defiendo hasta donde sea es que el todo o nada poco ayuda a nada y que dificultad es una palabra distinta a impedimento en cualquier diccionario.

El aula reinvertida: abriendo el círculo


El procedimiento inductivo tal como se conoce en didáctica cayó en cierto descrédito porque presumía lo que no podía alcanzar: que cualquier persona podría inducir las reglas de la naturaleza sabiamente guiada en el mismo tiempo y esfuerzo que si se las damos hechas. Se pensaba falsamente que lo que la humanidad habia derrochado en siglos de errores y aciertos podría reproducirse en las aulas en un súbito eureka. No es así, ciertamente. Pero tampoco es cierto lo contrario, ni es totalmente falso que para inducir lo que ya conoce nuestra cultura tengamos que reproducir los mismos pasos. Los métodos inductivos en pedagogía usaban materiales seleccionados y guiados para un fin didáctico que la realidad tozuda no tuvo en su historia. Algunos tardaron mucho tiempo en comprender reglas de ortografía o por qué las negaciones en español se forman así, sin embargo, si queremos presentar inductivamente estas teorizaciones, disponemos de materiales manipulados para orientar hacia esa conclusión teórica que queremos sostener incluso con sus excepciones.
Se olvidaba cuando se hacía la crítica de la inducción -y hubo libros de texto completamente basados en ello- que no sólo se aprende el contenido que se trata, sino cómo se trata. En el procedimiento deductivo, la teoría aparece como un conocimiento mágico propio de personas iniciadas que gentilmente se presenta a los neófitos a los cuales se les puede dar la oportunidad de comprobar. En la inductiva, el conocimiento, se presenta -y se aprende- como un procedimiento natural del ser humano al enfrentarse con la realidad y al alcance de todos. Cuando realizaba actividades de inducción (de lo particular a lo general, se decía) el alumnado no sólo aprendía aquella materia en la que trabajaba, aprendía modos de pensar distintos a la deducción (de la teoría general a sus demostraciones o aplicaciones concretas), algo cuya rentabilidad pedagógica no se tenía en cuenta normalmente.
No todo puede inducirse. Hay unas condiciones. No todo puede presentarse -y debe- deductivamente. Hay unas condiciones. Supongo, a bote pronto, que para implicar al alumnado en tareas inductivas habría que tener en cuenta lo siguiente al menos:
- Que tenga experiencia en el aprendizaje instrumental. No podemos esperar que acostumbrados a trabajar deducativamente toda su vida, se afanen a ser inductivos y más reflexivos de pronto.
- Que las tareas sean cortas y directas. No podemos plantear inductivamente todos los contenidos, sino aquellos que creamos que de forma más directa y accesible podrán culminar con éxito.
- Que los materiales de muestra estén disponibles. No siempre tenemos materiales completos para facilitar inducciones existosas. Puede haber explicaciones magníficas, pero el material al que exponer para que se induzca acertadamente lo que queremos que aprendan no es fácil de encontrar, seleccionar y mostrar siempre.
Pese a ello, la inducción no tiene que ser completa. Siempre existe la incertidumbre y la excepcionalidad. A eso me refería con que se tenga experiencia también en el aprendizaje instrumental porque el alumnado tiene que aprender que las reglas no existen, nos las damos más bien los seres humanos a nosotros mismos para comprender mejor la realidad porque tenemos -suelo decir yo- mentalidad resumidora.
A estas altura probablemente alguien esté pensando que deducción e inducción no son antagónicos, sino complementarios. Y son ciertas (son ciertas las dos cosas: antagónicos y complementarios), por eso nada impide que se pueda no ya cerrar el círculo, sino abrirlo en un aula invertida una y otra vez, tanto que vamos a llamarla aula reinvertida porque saca frutos con la siembra de las semillas de los frutos de lo anterior. A esto de actuar deducativa e inductivamente en un sinfín recuerdo que llamábamos estructura circular, pero como el círculo se cierra y esto no, mejor digamos que entramos en un bucle que no se repite sino que crece: el círculo abierto e imperfecto (nunca acabado etimológicamente) que es la enseñanza.
Y en esto ando preparando una conferencia en la que pretendo como su nombre indica, con-ferenciar con los asistentes una teoría del lenguaje en la vida educativa de forma que podamos inducir entre todos algunas ideas el día del encuentro escuchando sus respuestas a algunas preguntas para que luego, después de la con-ferencia y no antes, fuera de la sala y en su casa, vean (si quieren) el powerpoint, mi dichosa presentación, para comprobar si las ideas que yo y los teóricos tenemos coinciden con lo que ellos piensan y sienten sobre cómo hablamos, leemos, escribimos y vivimos.





miércoles, 19 de noviembre de 2014

La ola del experimento hola




Hace tiempo que a la idea de los abrazos gratis se añadió el experimento hola. Ahora Nescafé Italia -la publicidad siempre tan despierta- aprovecha la idea popular para demostrar y mostrar que lo que decimos no es sólo lo que pronunciamos. Los saludos deben tener un motivo como cualquiera de las expresiones y sobre todo, acompañarse de una actitud coherente. No basta con saludar amablemente si no se demuestra la amabilidad. Las palabras pueden mostrar, pero los actos consiguen demostrar.
Por cierto, recordad que en italiano "ciao" es hola; adiós se dice "arrivederci", no chao como en español.
Visto en Vecindad gráfica.

lunes, 24 de marzo de 2008

Para convertir las presentaciones en vídeo

Free Powerpoint Video Converter es una utilísima herramienta para convertir tus presentaciones de powerpoint en vídeos (gracias, Genbeta).
Se trata de una aplicación gratuita muy fácil de manejar. Todo se resuelve en una sola pantalla en la que se elige la presentación, el audio que se desea añadir, las transiciones y el formato y dónde guardar el resultado. Ya está.
Yo creo que he elegido una transición demasiado rápida, pero para muestra bien vale un botón, digo, una conversión.
Que os sea útil.

jueves, 24 de enero de 2008

Apuntes apuntes y apuntes de texto

Nunca he entendido por qué se llaman libros de texto si últimamente tienen más ilustraciones que letras. Los libros de texto se han iluminado en colores -más que los códices medievales-, han alcanzado altos precios y han sido objeto de las más feroces críticas, sin embargo, ahí siguen (y seguirán, incluso con competencias). Cierto que ha habido quien los defiende -creo que uno fue Bruner, si no recuerdo mal-, pero por oposición, por ejemplo, a los apuntes con los que los une la misma orientación de material rígido y único. Estos apuntes por paralelismo deberían llamarse "apuntes de texto" ¿no?
Los apuntes, los auténticos, los que el profesor pronuncia, los apuntes-apuntes son una delicia del folclore al que los une la invención estudiantil.
¿Alguien sabe quién es la Bella Neda? ¿Alguien ha leído alguna vez una obra titulada Mariana de Berceo, o sabe quién es el especialista en Calderón Juan López? Naturalmente, no. Ambos son errores típicos de los apuntes. El primero me lo contó mi profesora de Literatura Romántica, riendo al ver cómo había escrito una estudiante el nombre de la autora que ella explicaba: Gertrudis Gómez de Avellaneda, a la que terminó llamando por repetición la Avellaneda (la Bella Neda para la estudiante). La otra equivocación la encontré yo en un alumno mío que había interpretado mi referencia a la obra dedicada a la virgen María (obra mariana) como el nombre de una mujer de Berceo (así "la obra mariana de Berceo" se había convertido en "la obra Mariana de Berceo"; ¡lo que hace una mayúscula!). El lenguaje oral tiene esas cosas. Alberti contaba la transformación que una criada de su infancia hacía de una letra popular en la que María le decía a José cuando volvía del trabajo: "acuéstate en el pozo, que vendrás cansado". A Alberti le hacía dudar sobre la bondad de la virgen que mandaba a dormir a ese sitio tan poco adecuado al marido cansado. Con el tiempo, encontró la auténtica versión que decía: "acuéstate, esposo, que vendrás cansado". Y no me olvido de Juan López, el nombre en que se convirtió Wardropper al pasar de boca en boca en un examen de Literatura barroca al que se ve que muchos estudiantes de Filología no iban suficientemente preparados.
Estos errores, por tanto, son los errores de copista del que todos podríamos poner múltiples ejemplos. Son los apuntes apuntes, no los apuntes de texto que el profesor ya da fotocopiados y que no dan lugar a expresiones del tipo ¿podría repetirlo? ¡pere, pere, pereunmomentín! ¿cómo ha dicho? Estos apuntes-apuntes constituyen una fuente de conflicto repetido: ya tenéis edad de saber tomar apuntes, a estas alturas no me paro a dictar o el que se quede atrás que lo copie después. En definitiva, una más de las habilidades que se supone que el alumnado ha debido aprender por generación espontánea en una serie de años en los que jamás se le enseñó a hacerlo. Resulta curioso por ambas partes. Curioso que la mayoría de los alumnos y alumnas no sepan ni imaginar la más mínima estrategia espontánea para tomar apuntes rápidamente. Curioso que los profesores y profesoras conociéndolos se vayan a creer que por madurez ya debían saber hacerlo. Nada es evidente, nada es producto de la maduración, nada es espontáneo en la educación. Esta idea también necesita una crítica, pero para no desviarnos, hoy nos vamos a centrar en el hecho de que en la educación confiamos al curriculum oculto habilidades que no es capaz de desarrollar. Todo debe enseñarse explícitamente, y si no se enseña, difícilmente puede evaluarse -en contra de lo que normalmente se hace-. Una de las cosas que deben enseñarse es a tomar apuntes. Pero no sólo apuntes de apuntes-apuntes, sino apuntes de un libro de consulta, de una búsqueda de internet o de una lectura de prensa.
Un protocolo posible sería el siguiente:
- Apuntes de texto escrito (anotaciones al margen, por ejemplo).
- Apuntes no simultáneos (escucha de fragmento, redacción en silencio, lectura, corrección).
- Anotaciones simultáneas (de conferencia, escucha continua, toma de notas relevantes, redacción y discusión).
- Apuntes simultáneos (exposición continua y toma de notas literal).
¿Me he explicado o tengo que repetir algo?

viernes, 14 de diciembre de 2007

Cartucho que no te escucho

Cuando hablo sobre la importancia de la escucha en mis cursos sobre lectura, suelo hacer el siguiente razonamiento:
Si mandamos silencio en el aula, no estamos mandando callar (lo que sería negarles el habla), estamos mandando escuchar (lo que es afirmar a la persona, despertar su inteligencia). Así que no estamos prohibiéndoles que hagan algo, sino pidiéndoles que hagan otra cosa: escuchar es también "hacer algo". Quien no escucha no puede levantar acta, contar un chisme, dar un recado, hacer un recado, saber si lo quieren (y si no escucha, tampoco sabrá querer a nadie), aprender, contestar, responder, concursar, aconsejar, protestar, contar un chiste (todos son escuchados antes)...emocionarse, razonar.
En suma, si no enseñamos a escuchar, no enseñamos a hacer nada.
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