Fuente de foto: Museo de la policía española.
No es un decir, no es una exageración, no es una broma, es una realidad: los libros bomba utilizados por terroristas y delincuentes en general.
Recuerdo un caso antiguo de un profesor de Instituto que perdió al menos parte de sus manos precisamente con un artefacto similar enviado por terroristas, no sé si libro bomba o paquete bomba. La diferencia estriba en cuándo explota, si simplemente al abrir el paquete o al abrir el libro. Hubo un tiempo en que fueron frecuentes, tanto como para que me diera cierto reparo abrir algunos paquetes de los que recibíamos. Sí, así de tensa y generalizada era la situación. Siempre se piensa que uno no es destinatario de cosas así, pero la arbitrariedad de los envíos podía hacer sospechar a cualquiera.
Había, y hay recomendaciones: observar manchas grasientas, evaluar el peso como superior al normal del libro, las páginas pegadas, libros gruesos de pasta dura, páginas que no casan...
Por la situación en que se suele abrir, los daños normalmente afectan siempre a las manos y muy frecuentemente a la cara (los ojos, sobre todo).
Canalla caballo de Troya este que demuestra que los objetos no son nada, sino instrumentos siempre de cómo son usados por las personas. Una metáfora también de lo que es el terrorismo, una traición a la que abrimos las puertas, que llega hasta lo más cercano. Libros traidores, libros terroristas, libros que matan de verdad.
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