jueves, 25 de julio de 2013

Muerte, formación, velocidad y dolor

No he podido evitar recordar desde anoche a Ryujiro Takami, el maquinista cuyo exceso de velocidad causó un centenar de muertos y quinientos heridos, ejemplos que aduce Gabriel Ginebra para demostrar cómo el exceso de perfección nos hace a los humanos inútiles incompetentes.
Creo que hoy todos estamos impresionados por el terrible accidente del tren Alvia en las proximidades de Santiago. La cercanía en el espacio -a pocos kilómetros- como en el tiempo -a pocas horas del 25 de julio- no hacen más que suscitar nuestra macabra conciencia humana para un lugar mágico vivo en el imaginario de todo el mundo, como para un tiempo en el que todos los mortales que vivimos sin sabernos, estamos disfrutando del verano y de las vacaciones, que ponen la antítesis más horrorosa a este desastre sobrevenido. ¿Cómo podría decirse que hemos sufrido aunque no sea ningún consuelo? Devastadora la progresión de la tragedia en los noticiarios y desoladora nuestra falta de recursos para poder sobrevivir al dolor.
No pretendo establecer similitudes entre los accidentes. No se conoce la causa del de Santiago y no está en mi ánimo animar el hervidero de especulaciones. Sin embargo, como todos los traumas, las tragedias avivan recuerdos y hoy -repito- no puedo evitar rememorar ese ejemplo.
Según cuenta Gabriel Ginebra, el maquinista japonés pretendía recuperar unos segundos para evitar unos insoportables cursos de formación para maquinistas impuntuales. Para quienes nos dedicamos a la formación, como supongo ocurrirá para los ingenieros en estos casos, o los encargados de recursos humanos, es un verdadero temblor pensar en las consecuencias que en personas pueden tener las decisiones organizativas.
Siempre he pensado que la mayor tragedia del ser humano es tener una mente causal, una mente en la que no caben las casualidades, que sólo acepta hechos con culpables, destinos y justicias, inventos humanos infundados que en realidad nunca han existido en la naturaleza de la que formamos parte. Por eso, es bueno no esforzarse en preparar la hoguera antes de encontrar las culpas.
La muerte, el dolor, nos recuerdan malditos que la competencia, la diligencia, la velocidad no son virtudes por sí mismas, como no son defectos la inoperancia, la inutilidad, la lentitud. Cualquier decisión que tomemos en formación también puede tener su propio efecto mariposa y causar un temblor telúrico sabe dios dónde. Bendito Saussure, dichoso Lévi-Strauss, para anunciar en estos tiempos en los que se mira al estructuralismo como la maquinaria desgastada, que somos un punto en una red ilimitada, si no infinita, cuya tensión nunca sabe por qué lugar romper.
Descansen en paz.
Y nosotros, como los antiguos, despacito y buena letra.

1 comentario:

  1. . COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
    EN LA CONDUCCION DIARIA

    Cada señalización luminosa es un acto de conciencia

    Ejemplo:

    Ceder el paso a un peatón.

    Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

    Poner un intermitente

    Cada vez que cedes el paso a un peatón

    o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.


    Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.


    Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.


    Atentamente:
    Joaquin Gorreta 55 años

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