miércoles, 19 de septiembre de 2007
Bibliotecas para la inmensa minoría
Hay libros imprescindibles en una biblioteca. Este es uno de ellos. Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura es un viejo libro mágico que envejece más lentamente que el tiempo, escrito además no por una bibliotecaria o documentalista, ni por una profesora o escritora, sino por una antropóloga interesada por el psicoanálisis.
Se trata de una serie de conferencias pronunciadas en México en las que Pétit explica y comenta el resultado de sus investigaciones sobre lectores de zonas rurales y urbanas desfavorecidas en Francia, especialmente jóvenes. Con un natural tono coloquial enumera anécdotas surgidas de sus entrevistas a lectores y lectoras poco comunes, chicos y chicas de ambientes desfavorecidos que encontraron, sin embargo, en la lectura su forma de leerse a sí mismos, de encontrar su libertad, de forjar su identidad. Y no estamos usando expresiones líricas, sino las propias que los lectores usaban cuando intentaban explicar por qué leían.
Con Pétit entramos en otro mundo real pero desconocido para nosotros: un mundo en el que ciertos jóvenes encuentran la libertad gracias al Instituto y sobre todo, a la Biblioteca. A la autora no le interesan los estudios cuantitativos, le interesan los estudios cualitativos que profundizan en maravillosos casos de la realidad social, aunque sean minoritarios, incluso únicos.
Y no deja de tratar ni un sólo tema de los referentes a la vida de las bibliotecas: los espacios, la colección, el trato... Un magnífico estudio hecho desde la perspectiva de los usuarios que nos abre perspectivas desconocidas a cada nuevo párrafo: uno de los pocos libros que tratan el problema de la lectura de los varones y su especial problemática, por ejemplo (aunque no
sistemáticamente).
Pétit va entrevistando a diversos jóvenes que a lo largo del libro se convierten en auténticos personajes de este documental escrito sobre los efectos de la lectura y la biblioteca. Una de sus mayores enseñanzas es la defensa del interés minoritario, no por defender el derecho de las minorías, sino por recalcar la idea de que la sociedad está hecha de grandes minorías: cada ser humano. Y las bibliotecas no pueden olvidar tras los gustos de la masa, las necesidades minoritarias que son necesidades de cada uno de los usuarios.
La autora reflexiona sobre ciertos casos concretos: una joven turca que por escapar de un matrimonio arreglado encuentra en Descartes su lectura preferida. Un joven homosexual que logra el libro de su identidad en la biografía de una actriz sorda. Un joven albañil laosiano que tiene en los sonetos de Shakespeare la principal inspiración de sus canciones. ¿Quién iba a sospechar que estas lecturas fueran las lecturas preferidas de este tipo de personas? "Esto nos habla -dice Pétit- de los límites de esos libros escritos sobre pedido para satisfacer tal o cual necesidad supuesta de los adolescentes".
En un estudio que realizamos en nuestro Centro al final del curso pasado para evaluar las necesidades de reforma del Proyecto de Lectura de Centro, se deduce claramente que los gustos literarios de los adolescentes presentan tendencias más o menos generales, pero también, que aparecen gustos e intereses marcados e impredecibles en ocasiones producto del carácter individual e irrepetible del ser humano: un alumno -uno solo- pidió libros de pesca.
La tarea de las bibliotecas escolares que tanto pueden influir en la construcción de la identidad de sus jóvenes usuarios no deben oilvidar detrás de los grandes éxitos de masas, a la inmensa minoría formada por cada uno de ellos. Al final la minoría somos todos.
Esa es la biblioteca para la inmensa minoría, para la inmensa minoría de nuestros adolescentes.
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