El viernes comienza el Mes Internacional de la Biblioteca Escolar. Desde 2007, IASL (International Association of School Librarianship) estableció el mes de octubre, sustituyendo el día fijo, elección que dejó a cada cual. No veo este año cartel anunciador, pero sí tenemos lema: El desafío de atender a la diversidad: Bibliotecas escolares para todos.
No sé si son tiempos buenos o malos para la Biblioteca Escolar, tal vez me conformo simplemente porque siguen en la brecha (espero que no en la brecha digital aunque me lo temo). Y así surgen cambios o avances en las decisiones de política educativa. Veo, por ejemplo, que Extremadura se estrena este año con ayudas variadas en tres líneas diferentes, incentivando los proyectos de lectura y los planes de uso de la biblioteca escolar ayudados por una dotación económica que en ocasiones promete ser cuantiosa. En Andalucía, no se ha renovado el Plan de Lectura y Biblioteca, que podemos dar por terminado, a pesar de ser el Plan más reciente, con lo que tiene el récord de menor duración. En su lugar se ha generalizado la figura del Responsable de Biblioteca Escolar, con reconocimiento horario reducido a través de unas Instrucciones para este curso. Los proyectos de lectura han desaparecido en Andalucía en beneficio de los proyectos lingüísticos, denominación que se privilegia ahora añadiendo las funciones del proyecto lector al curriculum integrado de las lenguas y la planificación lingüística. Se trata de una decisión estratégica cuya importancia puede ser sencillamente nula, impactante o contraproducente, no podemos saberlo aún: habrá que esperar a que aparezca la normativa definitiva para ambos. Sin embargo, tiene un punto positivo desligar la lectura (naturalmente, la escritura y la lengua oral) definitivamente de la biblioteca, que se entiende ahora como una acción pedagógica del aula. La biblioteca debe tener un plan de uso, pero debe concebirse como un instrumento para todo el centro al servicio de los proyectos y no al revés. En este sentido, si la lectura consigue mayor protagonismo pedagógico con un proyecto lingüístico independiente, la metamorfosis será bienvenida. Ya hablé de las distintas concepciones que las comunidades autónomas de España había tomado respecto a los problemas lectores: hay comunidades donde se privilegió la didáctica en el aula, como Castilla La Mancha, y otras donde se ha privilegiado la biblioteca escolar, como es el caso de Andalucía o Extremadura.
Ojalá este cambio nos sirva para equilibrar. Vienen añadidos años de innovaciones estructurales con los nuevos Reglamentos de las centros educativos en Andalucía, así que esperemos que esto no enturbie el proceso de dinamización que han iniciado las bibliotecas escolares ni deje el proyecto lingüístico en un documento bienintencionado.
Por nuestra parte, celebraremos este mes con la publicación de un monográfico sobre bibliotecas escolares (que ya se está retrasando demasiado) y brindamos con este número 245 de la revista Litoral que nos emborracha de historia, arte y literatura.
¡Salud!
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