Aunque según los expertos en el tema (aquellos que los han visto en directo muchas veces) no es su mejor espectáculo, Les Luthiers no defraudaron ayer en el pabellón Vistalegre de Córdoba.
El espectáculo, titulado Las obras de ayer, el refrito, consitía en un repaso antológico de su más celebres intervenciones:
El sendero de Warren Sánchez,
La balada del 7º regimiento,
Cantanta del Adelantado don Rodrigo Díaz de Carreras,
San Ictícola de los peces,
El obstetra,
Quien conociera a María amaría a María, y
La hora de la nostalgia.
Una antología breve que nos dejó tiempo para comentar posteriormente los números en la cena (menos mal).
Les Luthiers conjugan tres elementos del espectáculo que los caracterizan: la música, el mimo y la palabra. En el aspecto musical, sus interpretaciones son agradables y efectistas y como luthiers, sorprendentes por las instrumentos que fabrican y que se integran en el espectáculo no sólo por su sonido, sino por su forma y participación: los intrumentos se convierten en ciertas escenas en utillería de los actores. Esta denominación me sirve para recordar que les Luthiers son esencialmente actores, y dentro de esa categoría, actores mimosos, mimados y mímicos que recurren constantemente a la caricatura de la mueca, al histrionismo de la postura imposible o del gesto hilarante.
Pero si hay algo en lo que destacan es en su palabra, instrumento que usan como malabares con continuos juegos, esos juegos que eran los que las más de las veces arrancaban las risas del público. Esta base lingüística ha motivado la buena consideración de Les Luthiers, un grupo cómico, entre la gente de la cultura. Agrada, pues, que un grupo en principio más elitista se haya convertido en un grupo cómico casi popular (y digo casi popular porque no son Los Morancos, ni Cruz y Raya).
Otra de las bazas que juega Les Luthiers es el contenido de sus espectáculos, siempre crítico con aspectos de nuestra cultura e historia ( el descubrimiento de América, la iglesia, la política...) sin olvidar bromas amables sobre los tópicos de nuestra vida: la mujer, los jóvenes, el hombre, o la vejez.
Desde un principio me sorprendí repitiendo algunos números de memoria y escuchándolos también entre el público, por lo que se ve que después de 40 años de éxito no pueden tener seguidores más fieles. Por ahora, no hay divorcio entre Les Luthiers y su público.
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