Antiguamente, los libros contaban con un lugar exclusivo y sagrado dentro del hogar. Modernamente, los cambios en el libro y la lectura, se observan igualmente en el lugar y trato que se le da. Ahora comparten lugar con otros objetos -cedés, recuerdos, deuvedés...- y han perdido toda sacralización.
Podemos reflexionar sobre este asunto, a propósito del sitio The Selby (gracias, Evasée) en el que nos ofrecen magníficos reportajes fotográficos de artistas tomados en sus hogares o lugares de trabajo. Eso nos permite ver las estancias y apreciar en ciertos casos cuántos, cuáles, cómo y dónde se colocan los libros en las casas.
La siguiente imagen corresponde a la entrada del reportaje sobre la casa de Tom Wolfe, el autor de La Hoguera de las vanidades.
Como corresponde a su aspecto tradicional de dandy, los libros aparecen aún tratados en casa con el respeto propio de otros tiempos.
Algo que podemos ver claramente evolucionado en casa de artistas jóvenes en los que los libros comienzan a compartir lugar con los vinilos y a aparecer junto a todo tipo de objetos sin que tengan que ver con la lectura o la escritura.
Hasta que los libros llegan incluso al suelo, se desproveen de estanterías, ellos mismos son la estantería, incluso el soporte de triviales adornos.
Esta evolución es producto lógico de la popularización del libro, del abaratamiento de la edición y del triunfo de la alfabetización general, de manera que valdría más apreciarlo como un triunfo que como un fracaso de su éxito.
Interesantes estas visitas virtuales que de seguro os darán mucho más que pensar. No os las perdáis.
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