Ayer estuve en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Córdoba hablando sobre la lectura. Hice una exposición similar a la que ya realicé la última vez que fui a Aranjuez, y que tan ampliamente comentaron después en el blog de la Biblioteca del IES Alpajés.
Huir del Power Point a veces es difícil, pero esta es una de las maneras en que me valgo para usar un ordenador de cartón y lo que digo es un Power Point analógico, es decir, hecho con cartulina.
Escribo en cartulinas con letras algo grandes aunque no desmesuradas las ideas que quiero comentar con los asistentes. Las meto en sobres y pongo en ellos números y el tema (lectura 1, lectura 2, lectura 3...). Los sobres a su vez van dentro de una carpeta a la que me refiero como si fuera un ordenador cuando comienzo a hablar. La exposición es fácil: lanzo la carpeta y quien la recoge se anima a abrirla, le pido que baraje los sobres. Luego vamos entregando uno a uno a distintas personas de las que están en la sala. Abren los sobres y leen la expresión que tengan, además de levantar las tarjetas para que todos puedan leerlas. A partir de la propuesta de la tarjeta, comenzamos un debate sobre lo que puede querer decir y luego voy sintetizando las ideas principales. Cuando termino, pido que todos los que tengan tarjeta salgan al entarimado y muestren sus leyendas. Leer las tarjetas seguidas me sirve para hacer una síntesis de la intervención. El orden es indiferente en este Power Point analógico en el que las personas me sirven de proyector de esas pantallas que son las cartulinas. Así, entre tontería y tontería, comentamos aspectos muy serios que no lo parecen tanto y echamos un rato comentando cómo la lectura no es tan divertida como se intenta hacer creer, que a pesar de que se intente fomentar en realidad se invisibiliza muy comúnmente en la enseñanza, que la lectura debe estar presente en proyectos con sentido, que desarrollar habilidades metacognitivas es indispensable en una enseñanza lectora sostenible, que la obsesión con la lectura nos hace olvidar que es solo un instrumento y hay cosas mucho más importantes que simplemente leer, que a pesar de pertenecer al mundo de la escritura, donde más viva está la lectura es en el mundo oral, que la comida es tal vez la mejor metáfora para saber qué hacer con la lectura de forma que aquello que hagamos con la comida será en comparación lo que debamos hacer con la lectura, en fin, que leer está lleno de tópicos absurdos y que merece la pena dedicarle un tiempo para pensar, que es realmente lo que importa.
Y luego recojo las cartulinas que vuelven al silencio de la carpeta, ese ordenador de cartón que simplemente con cerrarlo se desconecta.
Genial!!!
ResponderEliminarM.Badia
El racó de la biblioteca
Muchas gracias por el comentario.
ResponderEliminarUn saludo.
Miguel, me ha encantado. Es pura metodología participativa. Además, he leído la crónica de BibloAlpajés y me ha confirmado la clarividencia con que abordas el tema de la lectura.
ResponderEliminarLu, gracias, pero no creo que sea clarividencia; smplemente, como cualquiera de nosotros, aplico el sentido común que nos da probar una y otra vez una y otra cosa. Lo mejor de estas intervenciones es que resulta muy fácil que todos estemos de acuerdo, por eso mismo, porque nacen del sentido común.
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