Hablaba en la entrada anterior del error que supone confundir intereses con necesidades y reducir el diagnóstico de formación a una encuesta sobre qué formación desearía recibir el profesorado. Esto último es además un error contumaz porque siempre se cree que el diagnóstico pasa por saber qué formación se desea y no por saber qué formación ya se tiene o se ha logrado.
La información sobre qué formación se ha logrado o con qué nivel de formación cuenta ya el profesorado es casi tan valiosa o más para programar un plan adecuado. Nos indicaría qué personas y qué nivel de formación tienen sirviendo de partida para la formación posterior tanto por afinar los asuntos sobre los que versaría, su profundidad o nivel de partida, como por conocer quiénes del propio claustro pueden participar como formadores de los compañeros o al menos como guías en algunos aspectos. Y aquí también hay que avisar sobre creer que las acreditaciones oficiales -los certificados- avalan la formación que se dice haber recibido. Evaluar la formación del profesorado de un centro no se limita a enumerar las horas certificadas, sino como es lógico, alcanza una labor más compleja en la que nos podemos adentrar dependiendo de los objetivos y la finura con que queremos evaluar la situación de partida. Las encuestas y las entrevistas, así como otras evaluaciones indirectas, deben darnos una idea del conocimiento y la aplicación real de esa formación así como de la actitud que sobre tal asunto presenta el claustro. Nadie había dicho que diagnosticar fuera sencillo, pero lógicamente, un panorama como el que estamos dibujando puede resultar inabarcable y por tanto, igualmente inoperativo que si el diagnóstico fuera sesgado o totalmente parcial. Esto quiere decir que no debemos excedernos en la cantidad de información si no queremos por solucionar el problema de la poca, entrar en el problema de la mucha. Ambas suelen tener los mismos efectos: finalmente, se acude a una parte y se desestiman las otras.
Para evitar este tipo de problemas, hay que disponer de herramientas sencillas y de bases de datos que conserven los ya obtenidos en ejercicios anteriores, como seleccionar en cada momento qué aspecto se va a evaluar para no excederse en el campo de observación. Una manera de simplificar herramientas es recurrir a encuestas selectivas o entrevistas aleatorias que puedan indicarnos la situación del claustro sin necesidad de consultar con la totalidad. Por supuesto, las herramientas de consulta on line como pueden ser las encuestas de Google docs, constituyen un sencillo instrumento para pulsar los logros, las necesidades o los intereses.
La información sobre qué formación se ha logrado o con qué nivel de formación cuenta ya el profesorado es casi tan valiosa o más para programar un plan adecuado. Nos indicaría qué personas y qué nivel de formación tienen sirviendo de partida para la formación posterior tanto por afinar los asuntos sobre los que versaría, su profundidad o nivel de partida, como por conocer quiénes del propio claustro pueden participar como formadores de los compañeros o al menos como guías en algunos aspectos. Y aquí también hay que avisar sobre creer que las acreditaciones oficiales -los certificados- avalan la formación que se dice haber recibido. Evaluar la formación del profesorado de un centro no se limita a enumerar las horas certificadas, sino como es lógico, alcanza una labor más compleja en la que nos podemos adentrar dependiendo de los objetivos y la finura con que queremos evaluar la situación de partida. Las encuestas y las entrevistas, así como otras evaluaciones indirectas, deben darnos una idea del conocimiento y la aplicación real de esa formación así como de la actitud que sobre tal asunto presenta el claustro. Nadie había dicho que diagnosticar fuera sencillo, pero lógicamente, un panorama como el que estamos dibujando puede resultar inabarcable y por tanto, igualmente inoperativo que si el diagnóstico fuera sesgado o totalmente parcial. Esto quiere decir que no debemos excedernos en la cantidad de información si no queremos por solucionar el problema de la poca, entrar en el problema de la mucha. Ambas suelen tener los mismos efectos: finalmente, se acude a una parte y se desestiman las otras.
Para evitar este tipo de problemas, hay que disponer de herramientas sencillas y de bases de datos que conserven los ya obtenidos en ejercicios anteriores, como seleccionar en cada momento qué aspecto se va a evaluar para no excederse en el campo de observación. Una manera de simplificar herramientas es recurrir a encuestas selectivas o entrevistas aleatorias que puedan indicarnos la situación del claustro sin necesidad de consultar con la totalidad. Por supuesto, las herramientas de consulta on line como pueden ser las encuestas de Google docs, constituyen un sencillo instrumento para pulsar los logros, las necesidades o los intereses.
El reto inicial: reducir los intereses a necesidades
Si el diagnóstico es suficientemente adecuado, ya dijimos que el objetivo sería revertir los intereses en necesidades y convertir las necesidades en intereses. Para ello, sensibilizar al claustro es una labor fundamental antes de programar cualquier recurso para satisfacer una supuesta necesidad y por otra parte, elegir entre los recursos aquel que pueda adecuarse más a los intereses. Por ejemplo, si las pruebas remiten a una necesidad evidente de trabajar la lectura comprensiva y esta no ha aparecido apenas en los intereses, no sólo hay que disponer de las suficientes pruebas para convencer al claustro de profesores, hay que disponer de los recursos más adecuados a sus intereses: por ejemplo, formación que se adapte a sus expectativas de horario, formación accesible y práctica que pueda aplicarse en el aula sea cual sea la materia o el nivel.
En esta tarea de sensibilizar al claustro o a un grupo, no debe olvidarse que defraudar las expectativas es siempre la peor publicidad que una formación puede acarrear por lo que no basta con convencerlo de realizar la formación, sino que hay que implicarlo en la búsqueda de la solución a la necesidad. Esto es, no debe darse por hecho que sensibilizamos a la vez hacia la necesidad y hacia la modalidad de formación sobre esa necesidad. El grupo debe implicarse en la búsqueda de la solución.
Asimismo, hay que jerarquizar o priorizar las necesidades -y como luego repetiré hasta la saciedad- sólo pasar a la siguiente si la anterior está satisfecha o se puede avanzar a la vez en ambas. Suele ocurrir que vista una necesidad, se intenta cubrir para después ser abandonada en beneficio de otra: este año hacemos una formación sobre competencias básicas y el año que viene sobre convivencia, sin haber analizado si realmente el grado de necesidad de formación sobre el primer asunto ha sido alcanzado. Es mucho más adecuado profundizar en la misma necesidad (no abandonarla) o compatibilizar la profundización con el comienzo de la dedicación a alguna nueva: el año pasado nos formamos sobre competencias básicas y este año, además, veremos las implicaciones de las competencias básicas en la solución de los problemas de convivencia, por ejemplo.
Es obvio que no todo el claustro tendrá que afrontar las mismas necesidades además de que los recursos pueden conectar con los intereses cuya importancia no podemos negar, por esa razón, estudiar a conciencia todos los recursos posibles para formar y formarse es fundamental: disponer de fuentes de formación de todo tipo, valorar las distintas perspectivas de formación -formal, no formal e informal- o sus modalidades -cursos on line, encuentros, grupos de trabajo, formaciones en centro...- son lados de una misma y compleja figura cuyo volumen puede llegar a apabullar. Para evitarlo, mejor dejamos para próximas entradas, los distintos recursos tanto de fuentes y perspectivas, como modalidades.
Miguel, estoy leyendo con atención tus reflexiones acerca de la formación del profesorado.
ResponderEliminarPor ello, me permito hacerte un ruego. Me disgusta el discurso fragmentado. Sé que el blog no es una herramienta diseñada para la publicación de un discurso largo. Desconozco si tienes escrito este artículo tuyo completo (me da la impresión de que así es). Si estoy en lo cierto, ¿te importa publicarlo en una sola entrada?
Joaquín, gracias por el interés, pero no, no tengo el texto escrito ni mucho menos. Si te das cuenta, en la primera entrada de la serie anuncié algo que en realidad no hice porque recordé que quería decir más cosas para aclarar la primera.
ResponderEliminarHago estas entradas en ratos sueltos basándome, eso sí, en unos apuntes de ideas que tomé apresurado el fin de semana en un duermevela de estos en que le da a uno por pensar. También es cierto que aunque no la aplicación, sí algunas de las ideas están en el texto del proyecto que presenté para acceder a la función asesora y que no he publicado nunca porque es excesivamente extenso y no se ciñe a lo que ahora traemos entre manos, sino que sigue la estructura que solicitó el tribunal para ese tipo de prueba.
Sé que llevas razón en lo del discurso fragmentado, pero no puedo solucionarlo más que recogiendo la totalidad al final. Espero acabarlo lo antes posible.
Un saludo afectuoso.
Gracias, Miguel. Esperaremos, aunque me domina la impaciencia. Además, casi abusas de las técnicas- para atraer el interés- de la publicación seriada, je, je.
ResponderEliminarUn abrazo