Aquí añado la segunda parte de las recomendaciones en enseñanzas de la modalidad
semipresencial para el aula presencial que son las segundas que aporto. Forman
parte de mi contribución a los materiales que entregué en un encuentro
que organicé para profesorado de semipresencial en Educación Permanente
de personas adultas en Córdoba y que entregué impreso en una publicación
que he titulado Súbito semipresencial. (La primera parte sobre el alumnado puede verse aquí).
Dedicar
algo a los aprendizajes instrumentales no solo a la materia
Los
temarios son muy amplios y las sesiones presenciales muy cortas, pero
si dedicamos todo el tiempo a la materia y nada a los contenidos
instrumentales puede ser que no obtengamos resultados justamente por
eso. Aprender a comprender, comentar herramientas de ayuda o técnicas
de expresión son también parte de la enseñanza semipresencial como
de cualquiera al igual que los contenidos de soporte técnico
respecto al uso de las TIC y especialmente de la plataforma y los
materiales digitales.
Momentos
de atención personal
Lo
mismo que en las relaciones virtuales o en las clases totalmente
presenciales, el individuo debe sentirse tratado personalmente en
algún momento aunque sea efímero. Buscar formas de poder repartir
esa atención lo más eficaz y económicamente dado el límite de
tiempo es un detalle que puede cumplirse si se usan técnicas como
disponer trabajos en grupos grandes para atender personalmente a
algunos alumnos o alumnas con alguna finalidad concreta y rápida o
simplemente pedir que de cada grupo uno distinto cada vez haga de
observador y diga personalmente al profesor o profesora cómo ha
funcionado el ejercicio. Se trata de procurar ocasiones breves de
contacto personal apartadas del gran grupo.
Debates
sobre la propia materia y su organización
A
pesar de la necesidad de resolver dudas sobre el contenido directo de
cada ámbito o destreza, conviene también dedicar tiempo a conversar
sobre la propia materia, su estructura y características así como
la organización global del curso o nivel.
Cuestiones
evidentes para el profesorado pueden no serlo tanto para el alumnado
que en ocasiones pueden no comprender por qué aparecen los
contenidos en ese orden o echar en falta algo. Por otro lado, puede
ocurrir que el profesorado no advierta algún problema de comprensión
o esté de acuerdo con que haya materiales poco adecuados y comentar
la materia y su organización pueda resolver el problema o ayudar a
comprenderlo.
Terminar
con una conclusión sobre la sesión
Si
las cosas no tienen solo que ser sino parecer lo que son, es
importante concienciar al alumnado de lo que ha hecho durante la
sesión. En ocasiones por la precipitación o por sus condiciones
personales ha podido asistir sin percatarse de todo lo que se ha
hecho y con qué objetivo. La sesión presencial debe ponerse en
valor además de tenerlo.
No
es mala idea además que cada sesión tenga un relator que haya
tomado nota sobre todo lo que se ha hecho o que en unos segundos se
haga un repaso colectivo de lo trabajado. Cualquier método que
insista en esta idea puede ponderar el valor de la sesión presencial
e incluso incidir en el abandono paulatino.
Detectar
problemas especialmente de solución inmediata o presencial
Las
sesiones presenciales constituyen el momento álgido del chequeo que
supone el radar constante de la plataforma y las actividades a
distancia. A veces, los problemas se pueden solucionar
instantáneamente en la sesión presencial o sólo vamos a verlos
planteados aquí por las condiciones que los contextos escritos
imponen, de manera que hay ciertas dudas o problemas que pueden
plantearse en la sesión presencial que difícilmente van a
comentarse en las comunicaciones virtuales. Provocar un ambiente de
confianza en ese sentido -en grupo o individualmente- puede servir
para detectar problemas que de otra manera pasarán desapercibidos.
Ocuparse
de aquello que es más interactivo o espontáneo
Por
mucho que queramos conseguirlo, la escritura del entorno virtual
forzará un trato más formal que el conversacional e incluso
coloquial de la clase presencial. Por eso es normal que la clase
presencial se reserve para aquellos ejercicios, actividades o tareas
que resulten más interactivas o procuren un ambiente más
espontáneo.
Utilizar
técnicas de aula invertida (flipped classroom)
El
aula invertida es una de las innovaciones educativas que más se está
extendiendo en la formación presencial aunque reproduce en parte la
formación semipresencial (blended learning).
En
el aula invertida en lugar de explicar el profesorado los contenidos
en clase y dejar las tareas para casa, se actúa inversamente de
manera que en casa el alumnado accede a los contenidos explicados
-normalmente en un vídeo grabado o proporcionado por el profesorado-
y luego realiza las tareas prácticas en clase. La razón de ello es
que la realización de tareas es el momento en que mayor ayuda
necesita y sin embargo, se suelen hacer aislados y solos en casa. De
esta manera, el alumnado comparte sus dudas con compañeros y
compañeras y las resuelven juntos con el profesorado en una clase
totalmente práctica.
El
profesorado generalmente tiene que aprender a dominar formas
tecnológicas de explicación como presentaciones sintéticas y
efectivas, vídeos y videotutoriales sencillos y claros, pero también
puede hacerse sin necesidad de grandes medios, simplemente con un
archivo de voz grabado desde el móvil o una infografía resumen del
tema en cuestión.
El
sitio http://www.theflippedclassroom.es/
es uno de los que ofrece recursos para este tipo de enseñanza.
Fuerte
liderazgo del profesorado junto a la participación
El
profesorado debe incentivar la participación pero a pesar de actuar
como un facilitador del aprendizaje no debe evitar su papel directivo
y de líder que además, el estudiante espera y por eso acude a la
clase.
El
profesorado debe preparar la sesión presencial aun a sabiendas de
que los requerimientos del alumnado puedan
hacerla derivar hacia otros caminos en algún caso. No nos referimos
a que haya personas que no preparen la sesión presencial por pereza,
sino a profesores o profesoras que crean que la sesión presencial es
sólo para resolver dudas y que por tanto son los estudiantes los que
deben plantearlas y si no las plantean es que no existen. Responder
solo a preguntas sin preparar la sesión puede también ocultar
problemas reales ya que no siempre el alumnado que interviene
representa fielmente el grueso de las dudas del grupo clase. Hay que
tener cuidado, por tanto, con excederse en resolver dudas
manifestadas por el alumnado porque pueden evitar u ocultar
aprendizajes necesarios que o bien el alumnado no ha previsto o eran
en realidad dudas minoritarias.
Hablar
sobre la propia sesión presencial
El
poco tiempo disponible de la sesión presencial hace que en ocasiones
comience, siga y culmine abruptamente. Sin embargo, sea como sea, es
recomendable dedicarle momentos a hablar sobre la propia sesión:
explicar la estructura que va a tener la sesión, resumir la sesión
anterior, plantear la sesión posterior... son hitos que deben
salpicar la sesión presencial.
El
alumnado puede participar igualmente en estos comentarios haciendo
resúmenes o propuestas. Si queremos que tengan un desarrollo
metacognitivo adecuado y que gestionen bien su tiempo, también
tenemos que ser un modelo en ello y mostrar y demostrar que planeamos
adecuadamente y controlamos o autorregulamos el aprendizaje del
grupo. Para su organización, se recomienda dividir la sesión en
partes y adjudicar un objetivo concreto a cada una y explicarlo al
alumnado de manera que comprenda que nuestra forma de actuar por
encima de ser más o menos efectiva, es sobre todo profesional.
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