lunes, 3 de noviembre de 2008
Hora de lectura
Por fin terminaron las presentaciones de la biblioteca escolar y ya cada cual tiene su libro para la hora de lectura en la biblioteca de aula.
Aunque en este como en otros trabajos es normal el desánimo de la ingratitud o la desconfianza en los resultados, siempre acabo optimista de estos jaleos bibliotecarios. No me gustan tampoco las ceremonias de la falsedad, según las cuales todo ha sido maravilloso. Por esa razón intento siempre dejar claras las dificultades en cada una de las actividades realizadas. Sin embargo, las conclusiones sobre la actividad de presentación de la biblioteca escolar es siempre positiva. Es rotundamente cierto que lo que no se conoce no se puede amar, o por lo menos, valorar. Desde las presentaciones muchos de los alumnos cambian su actitud respecto a la biblioteca, y aunque olvidan pronto las enseñanzas sobre la organización, se orientan mejor y frecuentan más la biblioteca desde entonces.
En las presentaciones se siguen repitiendo algunas constataciones frecuentes y una de ellas es el contagio. El contacto sereno y libre con los libros estimula la lectura sin duda. Muchos -y digo bien, porque fueron muchos- que venían con indiferencia o incluso aversión a los libros acabaron llevándose dos en lugar de uno. Que la afición a la lectura es resultado de un contagio -como desgraciadamente lo son también otros hábitos sociales muy negativos- quedó patente ya que aquellos grupos en los que el alumnado que primero eligió manifestó públicamente el deseo de llevarse dos superaron en préstamos al resto de grupos. O sea, que si el alumnado empieza a pedir más libros, los compañeros y compañeras lo imitan. Aunque el efecto multiplicador es menor, el bibliotecario o profesor también causa ese efecto y consigue mayor número de préstamos si le ofrece la posibilidad de llevarse dos libros a si no la menciona.
Pero a lo que quería referirme fundamentalmente era a la hora de lectura, sencilla y magnífica actividad que tanta difusión ha tenido en Hispanomérica bajo la denominación de sesiones de Lectura Silenciosa Sostenida. Su gran abanderada fue la educadora chilena Mabel Condemarín. Para ella no todos los programas de lectura silenciosa eran efectivos:
"Hay muchas maneras informales de realizar un programa de Lectura Silenciosa Sostenida, pero sus efectos plenos sólo se pueden lograr cuando se desarrolla en su forma más rigurosa.”
Educación y Pedablogía para el siglo XXI.
Para que lo sean, debe contarse con una serie de principios. Primero, que sea silenciosa y sostenida, características que le dan nombre. Segundo, que implique a toda la comunidad y también al profesorado, que debe leer simultáneamente. Tercero, que permita la libre elección dentro de la lectura de material adecuado (libros en general, pero no revistas o material para lectura fragmentaria o de hojeo). Así que no es simplemente ponerlos a leer, sino crear un ambiente de lectura en el centro escolar que les ayude a fortalecer el hábito y siempre teniendo en cuenta que esta actividad aislada no alcanza todos los objetivos de lectura, advertencia que puede decirse de esta como de otras actividades que se complementan mutuamente.
Nuestra experiencia demuestra que la hora de lectura es una acción muy aceptada y valorada por el alumnado. Sea porque los libera de la clase académica, sea porque realmente les permite leer, el caso es que la hora de lectura representa para la mayoría una buena idea que fomenta el amor por los libros. Naturalmente, se presentan dificultades, como mantener un ambiente adecuado si la hora es anterior a un examen de fin de trimestre, por ejemplo. Pero siempre hay que abrirse a nuevas posibilidades como cambiar la localización de esa hora en particular o procurar que los días de lectura no haya exámenes. Es necesario, por otra parte, estar prevenido para satisfacer a minorías, que pueden pedir libros de los que no dispone normalmente la biblioteca escolar o alumnos con aversión o problemas de lectura. En ambos casos, un talante optimista y negociador conseguirá superar el problema. Es importante que el centro en general y la biblioteca en particular puedan dar respuesta a las necesidades de todo su alumnado.
Dentro de la idea general del programa, cada centro puede decidir su enfoque: utilizar libros aportados por el alumnado y hacerlos rotar, o utilizar fondos de la biblioteca pública más cercana (préstamos colectivos) o de otras bibliotecas escolares (préstamos interbibliotecarios), realizar actividades terminales libres, ampliar la hora o hacerla variable para cada grupo, etc.
Al respecto, expongo aquí la tesis de Ricardo Marzuca Butto, quien evalúa un programa de Lectura Silenciosa Sostenida. Más que su concluisón sobre la aportación del programa a la comprensión lectora, interesan los testimonios de los participantes y el análisis de las variables.
El Programa de Lectura Silenciosa Sostenida y Su Efecto Sobre La Comprensión Lectora
Lo mejor de un programa de Lectura Silenciosa o de una Hora de Lectura es que la promoción se hace respondiendo a lo que en otro lugar denominé "principio de homología", esto es, que a leer se aficiona uno leyendo y que la principal actividad de fomento de la lectura es dar de leer. Que hagamos otras actividades, como vídeos, música, exposiciones, resúmenes... no nos debe hacer perder el norte fundamental: un programa de lectura no debe evitar leer ni engañar respecto a lo que es leer, debe sumergir a sus destinatarios en la lectura, en la lectura real.
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Hola, soy una biblioteca.
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Estoy muy interesado en el plan que describes: me parece muy apropiado y viable. ¿Habéis tenido problemas para que todos los profesores acepten perder una hora de "sus" clases? ¿Os ha puesto la administración alguna pega al respecto?
ResponderEliminarA priori no suele haber problemas con el profesorado, pero a posteriori sí aparecen -pocos pero aparecen-. Suelen ser de dos tipos: quejas por no poder controlar el silencio en la clase y disgusto por no poder dar la materia cuando no se contaba con la hora de lectura.
ResponderEliminarCon la administración no puede haber problemas: la legislación pide horas de lectura y el horario general de las clases no se altera.
Muchos profesores se integran completamente, traen sus libros o los sacan de la biblioteca, y ciertos grupos de alumnos sorprenden a sus propios profesores por tomarse la cosa muy en serio.
Me parece una iniciativa muy interesante. En mi centro, implantamos la hora de lectura dentro del horario lectivo de lengua.
ResponderEliminarQuiere esto decir que de tres horas semanales, una es de lectura.
La propuesta de implicar a los equipos docentes es arriesgada y no la veo viable, pues primero habría que asegurar que todos los docentes lograran la "visibilidad lectora" de una manera ópitma.