La de Antonio Puerta, la de Francisco Umbral, el informe de la matanza de Virginia Tech, nos recuerdan un tema que evitamos continuamente, el tabú absoluto.
Sí, ya sabéis. Me refiero a...
Desde hace un tiempo los mayores se afanan en excluir a niños y jóvenes del conocimiento de la muerte. Ellos dicen que es para protegerlos, pero resulta paradójico que no los protejan igualmente de las numerosas muertes que ven en la televisión, el cine, los videojuegos... Y no sólo ven... a veces, ellos mismos las causan por diversión aunque sea ficticia. Ven, escuchan y experimentan muertes que no les importan, de actores, de muñecos, de dibujos. Y cuando muere un ser cercano, querido, se les aisla, se les excluye de toda contemplación, toda experiencia, toda emoción. No sabemos qué decirles, qué expresarles, qué hacer.
Para hablar de algo es necesario conocerlo, y la mejor manera de conocer la muerte es leyéndola. Si la muerte supiera escribir, tal vez hubiera escrito estos dos libros.
Un buen comienzo para una biblioteca de muerte.
¡Cuánta razón tenéis! Nuestra cultura demoniza la muerte. Es increíble el uso eufemístico que se hace de este trance.
ResponderEliminarTan necesario es enseñar a vivir como enseñar a morir.
Vaya que sí. Lo de los eufemismos es tremendo.
ResponderEliminarEn la enseñanza se trata no sólo de enseñar a morir uno mismo -que también-, sino a vivir la muerte de los demás (importante para valorar la dignidad de la vida ajena y propia).
Pero claro, nuestra cultura, como tú comentas, demoniza la muerte. Tanto, tanto, que cuanto más se relaja el antiguo gran tabú -el sexo-, se endurece el de la muerte.
El colmo ya es Halloween que ha llegado a nuestra cultura como una celebración friki en sustitución del día de los santos y los difuntos.
Hoy la muerte es tabú. Da miedo y nos protegemos girándonos. He leído ambos libros y estan muy bien, tranquilizan y ayudan a tranquilizar, o serenar.
ResponderEliminar