Comienza otro año y con él los cursos de formación del profesorado. Es la primera vez que tengo verdaderos problemas para cuadrar fechas y nada más ver el calendario de este trimestre con los días señalados me da algo.
Repito el curso de educación lectora este año en Lucena, que quedó pendiente, y el de competencia lingüística de modalidad a distancia en el Cep Azahar. Por otra parte, la coordinadora de la red de igualdad ha tenido la amabilidad de invitarme a impartir un curso para formar un pléyade de blogs temáticos y además, participaré en unas jornadas sobre los Proyectos Integrados, amén de algunas sesiones en un Colegio de Montilla sobre actividades de lectura de formación en Centro y otras sobre competencias básicas en Córdoba. Y todo ello en el primer trimestre. Una verdadera locura...
Sin embargo, debo admitir que lo fundamental es que me gusta. Me gusta la enseñanza y esta es otro tipo de enseñanza, lo que me permite abrirme a posibilidades diferentes y a ver una formación (la del alumnado) en el espejo de la otra (la del profesorado). Y cada vez se me antojan más difíciles ambas, y cada vez me empeño más en encontrar alguna forma que no se estanque en la omnipresente presentación de diapositivas (sin renegar de su utilidad).
A pesar de que con el curso del año pasado que repetimos éste, sobre competencia en comunicación lingüística, creo que avanzamos hacia conceptos nuevos en la formación del profesorado, todavía profesores y profesoras están demasiado acostumbrados a la conferencia, a la charla unidireccional, a la presentación rápida y sintética. Y esto aunque el propio profesorado se queje de ello, de que la mayoría de los cursos son siempre charlas. La formación del profesorado debe avanzar también en la misma dirección que apunta: si pretende una educación más activa, más tecnológica, más participativa del alumnado, debe hacerse homóloga y ser igualmente más activa, más tecnológica, más participativa. De manera que siempre la realidad va un poco por detrás del lenguaje de la Pedagogía, que a veces se vuelve Pedagogía ficción o Didactutopía incluso en sus presupuestos más realistas.
La formación del profesorado también debe cambiar, y mucho. Y en ello estaremos, tanteando, proponiendo... y siempre intentando compartir.
A pesar de que con el curso del año pasado que repetimos éste, sobre competencia en comunicación lingüística, creo que avanzamos hacia conceptos nuevos en la formación del profesorado, todavía profesores y profesoras están demasiado acostumbrados a la conferencia, a la charla unidireccional, a la presentación rápida y sintética. Y esto aunque el propio profesorado se queje de ello, de que la mayoría de los cursos son siempre charlas. La formación del profesorado debe avanzar también en la misma dirección que apunta: si pretende una educación más activa, más tecnológica, más participativa del alumnado, debe hacerse homóloga y ser igualmente más activa, más tecnológica, más participativa. De manera que siempre la realidad va un poco por detrás del lenguaje de la Pedagogía, que a veces se vuelve Pedagogía ficción o Didactutopía incluso en sus presupuestos más realistas.
La formación del profesorado también debe cambiar, y mucho. Y en ello estaremos, tanteando, proponiendo... y siempre intentando compartir.
Coincido contigo. La docencia tiene muchas caras y mucho elemento humano. Compaginar la formación de alumnos y la de profesores te da una visión casi global del oficio. Eso sin contar el subidón de adrenalina que produce cada sesión formativa.
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