Hemos encontrado más política lectora en las Consejerías o el Ministerio de Cultura que en los correspondientes de Educación, donde la lectura aparecía en los discursos de buenas intenciones para después desaparecer en el discurso de medidas concretas y efectivas. Se ha dado el caso, además, de que la descoordinación o las no muy buenas relaciones entre instancias dedicadas a Cultura o a Educación ha perjudicado la política lectora, que evidentemente aunque sea educativa no debe hacerse a espaldas de las estructuras culturales y viceversa. Precisamente por necesidad de sus finalidades, las instituciones políticas dedicadas a cultura sí han visto siempre la necesidad de una educación lectora sostenida y permanente, mientras que las instituciones educativas se centraron exclusivamente en una educación lectora inicial y frente a ideas modernas de la lectura como una enseñanza a lo largo de la vida, mantuvieron la educación lectora como implícita a partir de la etapa inicial, la única importante.
Por otra parte, la educación ha tenido que afrontar tantos retos y problemas que a la hora de la verdad no ha conferido a la lectura la importancia en política educativa que le auguraban en los discursos propagandísticos. Hay alguna prueba evidente como que la biblioteca y la lectura no son mencionadas hasta la LOE explícitamente como instrumentos que desarrollar en todas las materias (las anteriores callaban).
¿Y cómo se convirtió la enseñanza de la lectura en un problema educativo? Pues fundamentalmente por la presión de instituciones internacionales y sus estudios, especialmente PISA de la OCDE. Este efecto ha sido radical en países como Perú, que tomó cartas en el asunto precisamente a partir de los preocupantes resultados en los informes PISA. En España, el resultado de los informes, que curiosamente no eran tan malos como algunos han querido presentar -desde luego, buenos no eran y lo más desalentador es que empeoraron con el tiempo- trajo como efecto que la lectura se convirtió en asunto de la cosa pública a partir de la publicación de datos y sus comentarios en los medios de comunicación. Los políticos se vieron obligados por agentes externos a justificar los resultados, a analizarlos defendiendo supuestas bondades que pasaban desapercibidas, a realizar estudios propios y finalmente a tomar ciertas medidas, es decir, iniciar un tímida política de enseñanza de la lectura (que ha tenido distintas manifestaciones y velocidades según la Comunidad autónoma).
Como comenté recientemente, la falta de política educativa lectora en España se caracteriza por la falta de medidas legislativas concretas dotadas convenientemente y su sustitución por bellos discursos así como acciones poco sistematizadas pero que puedan influir en la imagen. Efectivamente, en noviembre asistimos a un congreso de presentación de una página web Leer.es y a un discurso del Ministro de Educación que corrobora que la política de enseñanza de la lectura sigue la misma directriz que todos los gobiernos anteriores de cfualquier otro partido político: no afectar nunca a la estructura educativa ni de los contenidos, ni de los recursos humanos, ni de la formación sistemática del profesorado.
En estas discusiones, además, algunos pretenden que la dialéctica se dirime entre todo o nada, conmigo o contra mí, y evidentemente no se trata así un asunto importante como este, no desprecio el valor ni de la página ni del discurso: la página web referida resulta útil y beneficiosa y el discurso del señor Ministro es una muestra de sensibilidad hacia la lectura, sin embargo, la falta de medidas políticas reales y concretas las convierte no ya en un adorno, sino en fuegos de artificio.
El gran problema de la enseñanza de la lectura en España que deriva de su falta de sostenibilidad y prolongación no sólo no está resuelto sino que se sigue dejando al albur de los profesionales. Que ciertos Institutos dediquen horas de libre disposición a la lectura o asignaturas como Proyecto a profundizar en la Alfabetización Informacional no es producto de una planificación coherente, sino de un impulso aislado, además sin ninguna garantía de permanencia ante los cambios de profesorado.
La enseñanza de la lectura en España es todavía una innovación educativa por llegar, por ejecutar, por defender.
Uno de los problemas de España y especialmente de sus zonas menos desarrolladas como es el caso de Andalucía ha sido pensar que evolucionar saltándose etapas históricas no puede pasar luego factura, creyendo ingenuamente que a los pocos años se ha puesto al nivel de la evolución de siglos de otros paises. Por ejemplo, resulta obvio que ciertos profesionales y ciertas instituciones comenzarán a trabajar en la Web 2.0 cuando ni siquiera han completado el ciclo de la Web 1.0. Si no se toman medidas rápidamente, pudiera ocurrir también que en España se puede pasar de no leer nada o poco y mal, a leer exclusivamente en internet. Y ello no significa que la tecnología sea ni mucho menos un peligro para la lectura, significa que la tecnología sigue siendo una prioridad objetiva a la que se dedican recursos materiales y humanos, además de medidas legislativas, mientras que a la lectura no se dedica ni siquiera la mitad (de la mitad de la mitad). Esa desproporción sí puede ser peligrosa, porque puede perturbar una educación lectora textual centrada y compleja en favor de una lectura hipermedial facilona y regalada. Naturalmente la lectura hipermedial no tiene que ser un problema, todo lo contrario, representa un entorno de lectura imprescindible para la educación; el problema -quiero recalcar- es la desproporción, la poca atención explícita que se da a una enseñanza de la lectura frente a otros tipos de innovaciones educativas que cuentan con mayor presupuesto y mayores recursos humanos.
Sé lo que he dicho: he incluido entre las innovaciones educativas la enseñanza de la lectura, porque en contra de lo que se puede pensar, es una medida educativa todavía sin ejecutar, sin aplicar, sin experimentar.
El próximo fin de semana, se celebra en el Parque de las Ciencias de Granada el Congreso andaluz sobre lectura "Leer para aprender" . El objetivo del evento es recoger ideas para una futura normativa de la enseñanza de la lectura en Andalucía. Enhorabuena ¡Ya era hora! Muchas medidas podrían proponerse, pero como cada cual tiene las suyas, yo no podría callar las mías:
a) Es imprescindible concebir una política de educación lectora a lo largo de toda la vida de forma que sea continua y sostenible. Esto no se puede lograr si no es fruto de una cooperación equitativa de Cultura y Educación.
b) Las medidas puede ser muchas pero deben cumplir las siguientes características:
- Visibilidad legislativa: de modo que sean explícitas para su aplicación concreta en periodos o instituciones concretas con fines conocidos, etc.
- Dotación de presupuesto: no puede seguirse pensando que todas las innovaciones educativas cuestan dinero menos la lectura. La lectura solicita recursos valiosos y formación trascendental y todo ello necesita dinero.
- Recursos humanos: repito mucho últimamente que las bibliotecas escolares sirven de poco. De hecho, los estudios nunca han podido demostrar que las bibliotecas influyan en la vida de los estudiantes, lo que sí está demostrado que influye es el bibliotecario, el documentalista que trabaja prestando sus servicios y que sí puede tener grandes efectos en la comunidad. Los recursos humanos forman parte también del punto anterior, de la dotación presupuestaria porque dedicar recursos humanos a la enseñanza de la lectura supone especializarlos en esta finalidad y por tanto, detraerlos de otros menesteres. Naturalmente, todo el profesorado deberá cooperar en la enseñanza de la lectura, pero si no existen personas con especial dedicación horaria y con especial formación, nada podrá hacerse.
Resulta curioso que cuando algunos hablan ya de la muerte del libro, una enseñanza de la lectura en España sea todavía una innovación por llegar, un mundo por descubrir, una política que defender.
Problemas clave de la enseñanza de la lectura en España I: La Universidad.
yo puedo aportar otra medida: se eliminan las clases de religión, puesto que la escuela ha de ser laica; así como 1 hora, ó 2, de las tres de tecnología (¿qué vaya tela!)y esas horas las reconvierto en una nueva asignatura: APRENDEMOS A TRABAJAR Y LEER EN LA BIBLIOTECA
ResponderEliminarSe me ocurre.
saludos cordiales, profesor
Yo abundo en un hecho fundamental relacionado con la lectura : su desarrollo obligatorio dentro del aula.
ResponderEliminarSé que no es nada novedosa mi propuesta, pero el hecho de recalcarla una vez más es porque no se puede desvirtuar esta actividad y tomarla como una hora de "relax". No. Exige quizá más compromiso y esfuerzo que la de cualquier otra asignatura entendida como importante.
Miguel traslado al catalán parte de tu entrada para intentar imaginar el futuro de la lectura que me gustaría vivir en mi escuela.
ResponderEliminarGracias por tus reflexiones y propuestas que deseo que algún día se hagan realidad, pero que difícil lo veo por mis tierras, en estos momentos de recortes a lo grande.
Lisístrata, yo estoy completamente con una escuela realmente laica. La enseñanza religiosa debería tener su lugar natural en las propias instalaciones religiosas.
ResponderEliminarJosé María, es muy importante que la lectura tenga una presencia obligatoria, lo que no está claro es cómo debe ser esa presencia, aunque sí sabemos algunas cosas: debe ser general, coordinada y sostenida, no convertirse en una "asignatura" específica.
Montse, muchas gracias por difundir unas ideas que para mí son simples, muy simples... aunque nadie parezca tener intención de hacerlas realidad.