Me alegra el premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales para David Attenborough. Su documental Trial of live, que se tradujo para Televisión Española como La vida a prueba, y luego como El desafío de la vida para una editorial que la vendía en lotes, es para mí junto a Cosmos de Carl Sagan, las dos joyas de la filmografía documental mundial -probablemente por ignoracia no incluiría más títulos-.
Hace unos años colaboré con un amigo, profesor de Semiótica del espectáculo, diseñando algunas actividades. Pensaréis que poco tienen que ver los animales y plantas de estos documentales con las artes escénicas, sin embargo, no es así. Dentro de la serie que he mencionado, había un capítulo que no podía pasar por otro cualquiera para mí, el dedicado al lenguaje de los animales, titulado en el doblaje Hablando con extraños. Durante años usé este documental con los alumnos y todavía no he encontrado nada que se le parezca: absolutamente genial, a pesar de que falten casos imprescindibles como el manido de las abejas. Mi desesperación fue total cuando comprendí que había perdido este capítulo de la serie para siempre y que todos aparecían menos él, probablemente porque siempre andaba recomendándolo y prestándolo. Gracias a unos amigos pude encontrarlo y hacerme con una copia de un reportaje que muestra cómo la vida es realmente un espectáculo animal, una danza, una mascarada, y cómo los animales usan todo tipo de recursos para hablar, para expresarse entre ellos, para hablar a los seres humanos, incluso para hablarse a sí mismos.
En aquellos ejercicios que hicimos incluí, por supuesto, comentarios sobre el peculiar lenguaje de los calamares, que tanto da que pensar sobre cómo surgen los lenguajes, cómo se adaptan al cuerpo y al contexto y cómo dentro de su convencionalidad arrastran una cierta universalidad.
Y ahora sólo siento de nuevo agradecimiento por todo lo que aprendí y lo que creo que otros han podido aprender gracias a este profesor entusiasta y contagioso.
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