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Cep Málaga.
Hasta hace muy poco, creíamos que un hombre, una mujer, eran exactamente esos cuerpos que andaban a nuestro alrededor, con los que hablábamos y pasábamos el tiempo. Hoy sin embargo, parece cada vez más claro que el ser humano se extiende fuera de sí, incluso desde su origen homínido con la utilización de herramientas. Andy Clark y David Chalmers establecieron el concepto de
mente extendida. Podemos considerar, por ejemplo, que una anotación es una memoria extendida y por tanto una parte extendida o externa de nuestro cerebro. Desde este punto de vista, podríamos añadir que la biblioteca no es un producto humano, es una parte extendida de la mente humana a la que recurrimos cuando la necesitamos puesto que nuestro cerebro es incapaz de almacenar y recrear toda esa ingente cantidad de información.
Efectivamente, no sólo disponemos de extensiones mentales, sino motrices como el coche, o digestivas como la cocina. Aparatos y aparatos que sustituyen y extienden las funciones de un cerebro, el nuestro, que a decir de algunos no es precisamente una obra maravillosa, sino una chapuza de la naturaleza.
Gary Marcus así lo entiende al aducir que el cerebro, como en general el cuerpo humano evolucionó optando por hacer apaños a partir de los recursos de que ya disponía para solucionar problemas o retos de supervivencia, es decir, reutilizar los recursos para otros fines provocando a veces chapuzas naturales que no son precisamente un prodigio de la construcción. Por ejemplo, la memoria humana evolucionó a partir de la memoria localizadora animal que es genérica a largo plazo. Sin embargo, la vida actual del ser humano exige memoria localizadora específica, algo que el ordenador puede hacer fácilmente, y al ser humano le resulta muy costoso, como saber dónde hemos aparcado el coche o dejado sus llaves.
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