Termina el curso académico y no sé si decidirme por recordarlo o relatar todo lo que tengo pensado para el siguiente. Lo primero: dejar durante estos seis meses restantes de 2009 la formación de profesionales, dedicarme a mis fantasías y mi alumnado (espero cumplirlo; sí, ya sé que el año pasado empezó igual y fíjate): pobres, ni se imaginan la cantidad de cosas que tengo preparadas para el año que viene. Prefiero no decirlas, pero algunas son realmente maravillosas (espero que para ellos también).
La formación del profesorado me ha llevado este año a una locura inimaginable: no ha habido mes sin ponencias a pesar de que al final la cosa fue bastante a menos. En el tercer trimestre Sevilla, Montalbán, Linares, Lucena, Montilla, Córdoba, para terminar en la comunidad de SEDIC que al menos era cosa virtual y liviana, que es de agradecer. Lamenté tener que renunciar a algunas como la invitación a Feria del Libro de Sevilla para participar en Los futuros del libro, a lo que renuncié por no faltar a clases en época final, a pesar de ser invitación más que tentadora, por los temas propuestos y por los compañeros y compañeras de ponencia. En otra ocasiones me he negado porque la formación del profesorado anda a veces un poco como con el norte perdido. Me piden por ejemplo, que vaya a tal sitio a "hablarles de competencias", o me piden que repita o que "les hable de lectura", sin que quien lo propone, quienes me vayan a escuchar ni yo mismo sepamos qué queremos hacer exactamente. Y no es esto porque tenga yo el éxito asegurado, que he visto auditorios de todo tipo y he participado en experiencias inimaginables -para bien y para mal-: exprés, magistrales, participativas, aburridísimas, desordenadas, rígidas, impresionantes...
¡Cuánta cosa que contar! Tantas, que ya concibo el mal del narrador que tanto afecta al bloguero.
Y no menos ha sido el año con mis alumnas y alumnos. Cada vez son mejores. Dios mío, si es que hemos hecho de todo este año. Con los de tercero, el Planeta barroco ha sido la estrella del impacto mediático, fue publicar la experiencia y salir en un blog, en otro, en otro, en otro, en otro, y hasta en Brasil, que ya resulta extraño. Pero, claro, como la prensa no hay nada y verlo en el Diario Córdoba fue el remate, algo que tenemos que agradecer siempre a Manuel Ruiz.
Lástima que en cuarto no haya yo conseguido editar los magníficos trabajos sobre el Modernismo, con sincronización de vídeo y presentación. Como siempre, una labor imposible según ellos, que al final acaban haciendo estupendamente. Como las presentaciones públicas de Proyectos Documentales Integrados, en las que se vieron con los nervios y el protagonismo de cara por primera vez en su vida. ¡Qué tarde pasamos!
Ha sido un año en el que he maduro muchísimo pero aprendido muy poco, porque más que pensar en los defectos que tengo que evitar el año próximo y que son demasiados, no hago sino encontrarme con ideas que se me ocurren de pronto para cometer nuevos errores el próximo curso.
Para el año que viene no quiero programación; por favor, dejadme equivocarme, que los defectos crecen hasta la perfección.
Maravilloso trazado por ese curso frenético. También me apunto a la abolición de las programaciones, a las que considero una justificación de la mediocridad o de la rutina: hay que reivindicar el derecho a improvisar, a mejorar, a equivocarse y rectificar... Feliz verano, compañero.
ResponderEliminarDéjame que te diga que los afectos son los que crecen con el entusiasmo y la diligencia con que abrazas nuevos proyectos.
ResponderEliminarBuen y merecido verano
Gracias. Feliz verano a los dos. No os deseo que descanséis porque sé que lo hacéis poco, pero intentadlo.
ResponderEliminarY disculpad la tardanza, tengo dificultades con la cuenta de este blog.
Acabo de leer todo lo que tenías pensado para tus alumnos en este curso,y no sabes la pena que me da que no estés con nosotros. Te echaremos de menos y lo sabes.
ResponderEliminarUna alumna del Francisco de los Rios.
MLA