Fuente de vídeo: El blog de Libros y bitios.
Después de la fotocopiadora y de la máquina de café, ¿cómo no íbamos a esperar máquinas de libro? O mejor dicho: ¿cómo no íbamos a esperar un robot librero, o un impresor robótico? Algo de eso debe ser la Espresso Book Machine, la que te imprime el libro en el momento.
- Su libro, gracias.
Debe decir esta otra máquina que expende libros, aunque ya hechos (esperemos que clasificados moralmente por edades como conviene a una sociedad educada antitabaco).
Fuente de la foto: Paradigna libro.
Yo ya puestos, echo de menos la máquina que escriba el libro personalizado y lo imprima en el momento con dedicatoria del autor y el comprador. Que no es tan difícil: metes la morfosintaxis y el léxico de un autor en un software de funciones de Prop y listo: el libro que nunca llegó a escribir Isabel Pantoja en tus manos, firmado por ella y con la dedicatoria que tú quieras (que siempre hay que empezar por lo sencillito).
Aunque desde luego, como en este dibujo de 1910, la mejor máquina sería aquella que consiguiera la comprensión automática del lector.
Pero nada, que yo me temo que estas máquinas no van a prosperar. Son como las cabinas telefónicas: entes de museo. ¿Quién querrá acercarse a ellas si tendrá los libros en su propio móvil? (Porque habrá móviles con impresora ¿no?)
Pero sobre todo no van a prosperar en nuestro país porque aquí nuestra costumbre es dar patadas a la máquina (con cierta razón, ¿eh?). Y claro, no es lo mismo atizar a la máquina de refrescos que a una máquina copista, o incluso letrada, que son muy listas. Cuidado, no te vaya a ocurrir esto.
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