martes, 25 de marzo de 2014

Por Málaga con el Proyecto lingüístico de centro

Ayer concluí el periplo de un mes que me ha llevado en varios días a visitar centros del ámbito del CEP de Marbella para hablar sobre el Proyecto lingüistico de centro en diversos colegios de San Pedro de Alcántara, Fuengirola y Coín. Se trata de colegios con una larga experiencia ya en estas lides y que desarrollan formaciones en centro sobre esta temática aunque fuera del programa reconocido por la Junta de Andalucía.
Tengo que agradecer al CEP de Marbella y a su director, como a sus asesoras de referencia, la confianza para esta misión que ellos tienen tan clara. Yo prefiero responder simplemente a preguntas, pero ellos siempre me dicen que vale, pero que primero explique cómo se hace un Proyecto lingüístico de centro.
Ya hace tiempo que en este tema como en otro no voy con presentación de diapositivas, salvo que se trate de una conferencia muy formal, de manera que me he decidido por los decálogos, que siempre ando cambiando, por lo que en absoluto se parecen a la ley de un dios, afortunadamente. Hice hace tiempo el de la comprensión lectora, luego el de la expresión escrita y ahora anduve con el del aprendizaje de la lengua oral, porque todos estos centros han comenzado el desarrollo del Proyecto justamente por la lengua oral, algo que concita mi total acuerdo.
Siendo centros diferentes, en todos encuentro las mismas necesidades que en sus propias palabras son aterrizar, poner orden, ponernos de acuerdo -entonces ¿hay que consensuarlo, no? me decía uno-, calmar los nervios -me voy más tranquila, me decía otra-... Parecería como que el Proyecto lingüístico de centro es un problema y no es así, nada más lejos de la realidad, SON TRES PROBLEMAS, a saber: proyecto, lingüístico y de centro.
Para qué nos vamos a engañar, tenemos una tradición de regular eficacia o irregular resultado -por atenuar lo negativo- en los proyectos, en lo lingüístico y en el trabajo de centro. No podemos echar la culpa a los profesionales de un país que se ha distinguido por la dificultad de trabajar en equipo, la ignorancia de la importancia de la comunicación y la confusión continua entre proyectos y prospectos. No es que sea difícil el PLC, es que es difícil hacer proyectos, integrar lo lingüístico al servicio de las materias y conseguir una estrategia de centro coherente. Cuando se junta todo, se consigue una gran actividad, pero a veces, un despilfarro de energía, lo que llamé en otro lugar, la entalpía de los proyectos: muchas cosas hechas por muchos profesionales cada uno por su lado y a su aire. Trabajamos mucho, pero ¿trabajamos bien?¿trabajamos eficazmente?¿trabajamos satisfactoriamente? Y no son adverbios puesto al azar, son adverbios que se refieren a que el profesional trabaje no sólo consiguiendo resultados, sino seguro de sus acciones, feliz de su misión, satisfecho de su trabajo.
He disfrutado en este caso porque he encontrado centros con prácticas admirables prolongadas a lo largo de los años, investigadoras, asentadas, cuya efectividad y resultados a ellos mismos les consta, pero que simplemente necesitan ponerse de acuerdo, centrar la acción y la negociación con la formación para ver la punta del iceberg del gran esfuerzo que están haciendo.
Parece una denominación simple o administrativa o pedagógica, pero Proyecto lingüístico de centro, sigue siendo un sintagma que confunde a quienes no saben lo que quiere decir realmente un proyecto, realmente lingüístico, realmente un trabajo de centro, simplemente, porque no lo han vivido jamás. Y este es el secreto, los tres secretos: trabajar proyectos, trabajar las lenguas, trabajar como centro. No hay más.




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