lunes, 22 de septiembre de 2008

Después de dejar al señor Mackenzie

Echad la vista al lado y notad la diferencia entre autores y autoras en los libros que leemos. Los autores ganan por goleada, al menos a la hora de escribir esta crítica, no sé si en el futuro seguirá igual. Con ánimo de cambiar un poco la tónica general traigo hoy un libro sobre una mujer escrito por otra mujer, ¿o debo decir la misma? Efectivamente, el comentario general es que la protagonista -Julia- es un trasunto de Jean Rhys, la autora de Después de dejar al señor Mackenzie. La dejadez, cierta bohemia parisina, el gusto por el alcohol y la vida al límite continuo de la pobreza no son pocas coincidencias entre personaje y autora.
No he podido evitar recordar -inmediatamente- mientras leía esta novela, El extranjero de Camus, algo más de una década posterior al de Rhys (algo cercanos, por tanto). Dejo claro que el parecido no es objetivo, sino una impresión mía de unos personajes que no viven, deambulan, no sienten, se aburren. Esa desazón de no encontrarse cómodos con uno mismo, con el mundo y sus convenciones y ni siquiera rebelarse, son actitudes comunes de estos dos protagonistas.
La novela de Rhys tiene un poder especial. Así como los personajes se parecen, el estilo es completamente distinto a Camus -y que conste que adoro la frase corta de este autor-. Sin duda estamos ante una gran escritora que sabe perfectamente manejar las palabras para transmitir un espíritu decadente, magistralmente abúlico y casi delicioso.
La protagonista es una mujer que ha basado su vida en los hombres, sabedora de sus armas, pero que abandonada finalmente por el señor Mackenzie (el principio de la historia) queda literalmente como un barco a la deriva sin dinero y sin dignidad. A pesar de sus intentos, no logra encontrar nada ni encontrarse a sí misma. Sabe que necesita buscar un sentido, pero no está dispuesta a hacerlo, quisiera encontrárselo, como un regalo, pero no está dispuesta a esforzarse por ello -quizás no valga la pena-.
La autora transmite un retrato más que creíble de aquellos que no tienen una vida, sino que simplemente arrastran su tiempo. Una visión existencialista probablemente escrita desde la propia experiencia.

1 comentario:

  1. Esta pequeña joyita de la sensibilidad, la finura y la tristeza, la leí en una edición de bolsillo de Noguer ( ya descatalogada, creo). ¿ Qué buenos recuerdos- no por la temática ( lógicamente) sino por su pulcritud y sentimentalismo en el mejor sentido de la palabra. Gracias BIBLIORIOS.
    Ah! No hay que dejar de leer otra de sus novelas que, aunque más flojita, es otro pequeño rubí: Ancho mar de los Sargazos" es su título.

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