miércoles, 24 de junio de 2009

Fin de los exámenes


Este cuadro de Iam Maleki se titula fin de los exámenes. El niño deshace el libro con el que ha estudiado. Lástima que el estudio se una a los libros de esta forma desgraciada que impide tomarles cariño, por lo menos en el mismo momento de finalizar su uso, probablemente no años después.
Y me pregunto qué harán ahora que se avecinan los netbooks con esos supuestos libros de texto digitales. Nadie se atreverá a quemar el aparato. Tal vez volcar los archivos con ímpetu en la papelera de reciclaje. O tal vez inventen una animación al pulsar "eliminar" que simule un incendio, porque los libros digitales aún no se han librado de la metáfora del libro de papel. Los hay que reproducen el sonido de las páginas al pasar, pero todavía nos faltan los que arrugen la página al pulsar una tecla o incluso los que la rompan con un rasgado en wav.
Ahora que en Andalucía todavía no hemos llegado a los libros de texto digitales, los libros de texto de papel son recogidos uno a uno antes de la quema por mor del plan de uso gratuito de los libros de texto que los presta durante el periodo de uso. No los rompen ni los queman, pero tampoco los anotan ni subrayan -está prohibido- aunque las teorías cognitivas demuestren que el con/tacto con el papel - la percepción háptica- es precisamente lo que mejora la comprensión.
Los futuros ebooks no sólo añadirán el olor de los viejos libros de papel, añadirán en el menú "arrancar hoja", "subrayar línea", "quemar libro"...
...a pesar de que puede que ya no sea necesario porque lo que haya desaparecido sean los exámenes (dado que vemos por Cataluña que hay quienes están empeñados en que el libro de texto no desaparezca jamás).

1 comentario:

  1. Creo que ese discurso tan bello y justo, y que parece inevitable, sobre el tipo de lectura, habría que preguntárselo a los basureros del libro antiguo.
    Yo pienso que el libro digital me amenaza por la espalda. Mas los de textura tradicional, dejan de ser útiles, tan inútiles que un sólo subrayado-que ya indica algo- está prohibido.

    Por suerte, aún existe el papiro.

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