A través de Mimalapalabra llego al artículo de Manuel Rodríguez en El País, que cita el estudio de LivresHebdo para defender que la sumisión al amor acaba con nuestra devoción lectora entre los 18 y los 30 años. No teníamos bastante con la ruptura que suponía la llegada de la ESO, siempre coincidente con un descenso progresivo, que ahora van y nos anuncian, que frente a todos los tópicos sobre la poesía y el amor, echarse pareja es más cama y menos libros. Sólo la llegada de los hijos podrá según parece recuperar algo esa pérdida del índice lector. Tal vez por aquello de dar la talla con los herederos y parecer ejemplar. ¿Pero no resultaba que los chicos y las chicas no se iban de la casa de sus padres hasta más de los treinta? ¿Cómo es que ahora resulta que se echan pareja y dejan de leer?¿Cómo es que hasta tienen hijos?¡Si la natalidad está que...no está. Si los que más hijos tienen son los de menos nivel sociocultural, excepción hecha del sector pijo del Opus Dei, ¿cómo va ser que leer hijos tiene libros...digo que tener hijos lee libros...digo que leer libros tiene hijos? Bueno, lo que sea. Total, que el amor a la lectura es celoso, que los libros no quieren competidoras ni competidores, que o amas la lectura o amas a tu mujer -los avispados no sean sordos ante advertencias tales-, que o quieres libros o quieres carne y que leer en la cama si es con pareja es mal síntoma, muy mal síntoma.
Como si lo estuviera viendo: el Ministerio de Sanidad les recuerda que Amar perjudica seriamente la lectura; eso ponía en su espalda tatuado en gran recuadro. Pero yo hice lo que tenía que hacer...pienso me salió barato.
Pueden compaginarse las dos cosas a la vez, es cuestión de organización...Ja, ja,ja...
ResponderEliminarMiguel, fue ayer cuando leí esta noticia y pensé igual que tú. Nunca mejor dicho. Sin ánimo de ser grosero: si cuando más libros comencé a leer es cuando me casé. ¡Claro! Que soy un ingenuo. Casarse no es enamorarse.
ResponderEliminarPor destacar, no saben a veces qué inventarse.
¡Ánimo a todos/as! ¡A enamorarse y a comprar libros! Ya veremos qué dura más.
Leí el artículo y también me levantó sospechas. ¿Qué habrá detrás de un estudio similar y con resultados tan extravagantes? No sé, no sé...
ResponderEliminarBueno, la lectura no parecía estorbar a los protagonistas de Las amistades peligrosas; tampoco era obstáculo, sino todo lo contrario, en El lector... En fin, que, como dicen los comentaristas, puede ser compatible leer y amar.
ResponderEliminarBien es verdad que aunque el sentimiento amoroso es un abductor de su "víctima" para sí mismo enajenándolo de todo cuanto le rodea, a veces se da el caso que la lectura puede ser la chispa que encienda tal sentimiento entre dos. Se me viene a la cabeza de forma recurrente la película la Carta Final, interpretada por Anthony Hopkins y Anne Ancroft, q si bien algún cinéfilo entiende que pueda etiquetarse como bodrio sentimentaloide, a mi me pareció de lo más elegante, sutil y pudoroso en cuanto al trato de una relación amorosa, surgida aunque no descrita de forma pasional, entre dos personas que fortuitamente se relacionaron por su amor a a la lectura (también conozco en la realidad a unos amigos que se enamoraron en torno a la lectura y disfrute de libros que intercambiaban).
ResponderEliminarLuego, en el amor, los versos que nos dejó Lope de Vega para describir lo inesperado y tumultuoso de sus consecuencias y su lapidaria frase final:
"¡esto es Amor! quién lo probó lo sabe".
Saludos
P.D. Por cierto, profesor, no viene al hilo de lo que nos trae, pero le dejo por aquí un artículo de una página que suelo, que seguramente le gustará.
Resulta algo insólito que se plantee que sea el amor uno de los peligros reales de la lectura, cuando, por un lado,es uno de los temas esenciales en la Literatura y, por otro, coexiste con otros "peligros" algo más perjudiciales, como son, por ejemplo, la estupidez y la simplicidad, en todas sus acepciones. "Peligros", estos últimos, tratados igualmente por la Literatura.Curioso...
ResponderEliminarMaite Baena