domingo, 6 de febrero de 2011

Formación simultánea de profesorado y alumnado: las personas libro



El año pasado ya hablé de la oportunidad que supone organizar acciones formativas para profesorado con la participación del alumnado. La primera prueba la llevamos a cabo con el taller Poesía de cartón de Raúl Vacas y este año hemos tenido ocasión de reincidir en la idea con el taller de Personas libro de Antonio Rodríguez Menéndez.
Me interesa destacar algunas ideas básicas sobre esta propuesta:
1) Debe entenderse por formación simultánea de profesorado y alumnado aquellos casos en los que ambos participan en relación de igualdad frente a un formador tercero. La formación debe ser explícita, esto es, evidenciar que ambos participan como aprendices. Esta visibilización del profesorado como aprendiz es una aportación importante a la renovación de las ideas preconcebidas que el alumnado tiene sobre sus profesores y profesoras.
2) No debe tenerse por formación simultánea cualquier acto por el simple hecho de que asisten alumnado y profesorado. Aunque es cierto que se produce formación simultánea porque ambos pueden resultar informados a la vez de ciertos contenidos, en la mayoría de este tipo de actos lo cierto es que la relación continúa siendo totalmente asimétrica: a) El profesorado asiste como vigilante y garante de la actividad, no como participante igualitario; b) el profesorado exhibe información privilegiada anunciando al alumnado contenidos dejando claro el desnivel de formación.
3) No todos los contenidos son adecuados para este tipo de experiencia, aunque yo estoy convencido de que se podría hacer con cualquiera que naturalmente interesara a los dos colectivos. Efectivamente, y sobre todo para comenzar, los talleres constituyen la forma más acertada ya que son prácticos y sirven para mostrar y observar su aplicación de forma inmediata.



El taller que realizamos en esta ocasión tenía como ponente a Antonio Rodríguez Menéndez, de la Escuela de Lectura de Madrid, e impulsor del proyecto de Personas libro. Este proyecto toma su denominación de la novela de Bradbury Fahrenheit 451 ya que pretende educar a las personas en la conservación y transmisión de los textos literarios. El taller, que se incluía en un curso sobre Lectura y Biblioteca escolar más amplio, consistía en dos sesiones en las que Antonio presenta los principios básicos del proyecto a través de un discurso como arte dramático (esto es, actoral) y emocional (la lengua de los sentimientos). Estas presentaciones se producen a través de demostraciones suyas y de propuestas prácticas de interpretación en las que participan los asistentes, unas veces individualmente y otras veces, como grupo.
Según comentaba el propio Antonio, era la primera vez que este taller se realizaba simultáneamente para profesorado y alumnado y el resultado le pareció magnífico. Efectivamente, la formación en esta actividad suele entenderse o bien de forma paralela pero segregada o en cascada: hay una sesión para profesorado, que después trasladará algunas de esas experiencias al alumnado, y luego se producen sesiones con el alumnado.
El resultado de la sesión fue tan bien valorado que sencillamente vamos a tener que repetir la actividad y ya hemos convocado nuevos talleres para repetirla de la misma forma.
En el taller estuvieron presentes unos 20 profesores y 40 alumnos. El ponente se dirige a todos en igualdad y los participantes se implican en esta igualdad. Ciertamente, el profesorado tiene más resistencia a participar en público y el propio ponente comienza a menudo motivando la participación del alumnado, siempre más desinhibido. Al final, en una de las actividades de interpretación de frases, la participación se fue produciendo aleatoriamente como los participantes quisieron y sin que hubiera diferencias entre uno y otro colectivo.



Uno de los aspectos esenciales de este taller y otros similares es que se trabaja con contenidos actitudinales. Es muy poco frecuente que se trabaje este tipo de contenidos en el aula y en la formación del profesorado, por lo que la oportunidad fue aún más original en este sentido. Trabajar los contenidos actitudinales no quiere decir sólo que la sesión tiene momentos de fuerte emoción -y puedo asegurar que los tiene, como para reír y como para llorar (hubo lágrimas), además de sentir las emociones en la piel- sino que se comentan las emociones y se discuten. Resultaba cuando menos curioso escuchar a una alumna que respondía espontáneamente a una profesora respecto a cómo había que motivar al alumnado para que se implicara emocionalmente en la tarea. Este es uno de los efectos de la simultaneidad que comenté antes -la visibilidad de la formación del profesorado y de la trastienda del propio profesorado- por la cual el alumnado descubre en primera persona que los profesores y profesoras se preocupan vivamente por sus clases, por sus alumnos y alumnas, que son personas también necesitadas de formación, inquietas e inseguras en ciertos aspectos, como cualquier otro. Igualmente, el alumnado descubre que puede aportar algo al profesorado y comienza a ver al propio alumnado desde fuera por primera vez.
Estas experiencias creo que inciden en una nueva imagen del profesorado, que conlleva inevitablemente una nueva imagen del alumnado. En absoluto significa una pérdida de autoridad. El profesorado conserva y estimula la misma autoridad que ha creado en su entorno participando o no en este tipo de encuentros. Incide en una nueva imagen del profesorado que no necesita provocar asimetrías brutales para administrar la clase, un profesorado que coordina y organiza pero que también se forma como el alumnado; un profesorado que sin ser su igual -no lo es ni lo será- puede formarse en igualdad cuando sea necesario.
Aunque fuera únicamente por este salto, convendría aumentar las ocasiones en que alumnado y profesorado se forman unidos. Posiblemente tengamos más oportunidades de comprobar las aportaciones de este tipo de organización si conseguimos aventurarnos en actividades más complejas y duraderas. Al tiempo.

2 comentarios:

  1. Nunca deberíamos dejar de ser alumnos. Ese debería ser un principio básico de nuestra profesión.

    Me gusta mucho el enfoque de estos talleres. Hace falta iniciativa para promoverlos, pero también un buen tallerista (las fotos hablan por sí mismas).

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  2. Llevas razón en todo, Lu. Es más, el profesor debe ser alumno delante de su alumnado, tiene que ser también modelo de alumno, además de modelo de profesor, porque en el fondo, hoy es lo mismo ser modelo de uno que de otro.
    Naturalmente, estos talleres se pueden hacer cuando el ponente tiene un dominio fuera de toda duda.

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